Los estados crean marcos mentales para que la sociedad acepte guerras sin cuestionase los motivos que acabarán con la vida de centenares de personas
Cada
vez que un estado quiere iniciar o meterse en una guerra tiene que
persuadir primero a su población.
¿Pero
como lo hace? ¿Qué herramientas utilizan para convencer a la gente
para que apoye –
o
participe–
en un conflicto en el que probablemente mueran cientos o miles de
personas?.
Primero
el estado que desee vender una guerra a su ciudadanos, tiene que
convencerles de que es legítima; de que estamos en lo cierto; de que
los de dentro son “los
buenos” y los otros, los de
fuera son los “malos”. Y, lo
consigue, en gran medida, gracias a algunos medios de comunicación
que, a menudo, y en contra de lo que debería ser su función, se
convierten en el catalizador para los mensajes del gobierno, los
grupos de presión, las élites financieras...
Gran
parte del flujo de información sobre el conflicto en ciernes intentará ser controlada por los sectores favorables al futuro conflicto
bélico, o era así hasta ahora; que gracias a a la interconexión
mundial vía internet – y
sobre todo a las redes sociales–
se han difuminado las fronteras entre pueblos y culturas. Un
acercamiento entre pueblos que dificulta la labor de los grupos de
presión que intentarán desdibujar y afear lo máximo posible la
imagen del enemigo entre sus ciudadanos para que sean percibidos casi
como extraterrestres – si
piensas que exagero intenta recordar que tal son los moradores de
Kirguistán–. Es, en definitiva, un primer movimiento para crear
marcos mentales e ideas preconcebidas entre la población que les
haga más receptivos ante el futuro conflicto.
Los
únicos instrumentos bélicos no son los tanques y morteros, sino que
también el lenguaje es sumamente importante y efectivo a la hora de
ganar una guerra, ya que la aceptación del conflicto entre los
ciudadanos agiliza en gran medida las labores bélicas. En ese
sentido, los medios de comunicación, de manera inocente o calculada,
utilizan un lenguaje y un estilo periodístico que genera una
percepción aséptica y clínica del conflicto. Suelen utilizar
abundantes eufemismos como efectos colaterales –cuando las bombas
afectan a la población civil en lugar de blancos militares–,
teatro de operaciones –para referirse al campo de batalla– o
neutralizar – matar a alguien–....
Este uso del lenguaje pretende despojar la imagen de la guerra de sus connotaciones negativas ante la población, mediante un número elevado de eufemismos, estereotipos y términos opacos. A eso, le añaden un enfoque maniqueista de la realidad con tintes apocalípticos con el fin de asustar a la población y mantener un estado de paranoia constante. Así, poco a poco, se va implementando en los ciudadanos una visión negativa sobre los individuos del colectivo enemigo.
División
entre nuestro grupo y “los
otros”
El
truco que se utiliza a la hora de vender las guerras entre la
población, desde el punto de vista de la comunicación, es
superlativizar las costumbres que chocan con nuestra visión del
mundo y esconder aquellas que nos unen. Se crean así unas divisiones
muy fuertes entre dos grupos que favorecen todo tipo de
pseudoconflictos.
Las
estrategias de comunicación que proponen dos grupos sociales
antagónicos tienen una clara función aglutinadora de la sociedad ya
que la aparición de un enemigo exterior es uno de los
acontecimientos que más une a un grupo de humanos. Puede ser un
resorte animal de nuestro instinto de supervivencia, pero lo cierto
es que una amenaza exterior actúa como un auténtico pegamento de la
masa social, como bien saben los políticos . En las estrategias de
comunicación política para favorece la opinión pública ante la
incursión en un conflicto,la información racional disminuye en
favor de argumentos más irracionales destinados a inflamar las
emociones. Las personas que se rebelan contra esta situación,
denunciando lo irracional de los argumentos lanzados desde los
aparatos propagandísticos, pasan a ser consideradas como traidoras o
apátridas.
El
grupo adopta la mentalidad que la propaganda desea. Así es
adoctrinado en una determinada línea ideológica. Esto es peligroso
para los disidentes, pues la mentalidad del grupo está en la mente
de cada persona que caiga bajo los efectos de la propaganda, que le
considerará como un traidor. El control social se simplifica. Los
propios ciudadanos son los vigilantes de las opiniones de sus
conciudadanos. Esta permuta del mecanismos psicológicos, fue llevada
hasta el extremos en los regímenes más tenebrosos régimenes
totalitarios del siglo XX: la Alemania Nazi y La Unión Soviética.
«El
temor al aislamiento (no sólo el temor que tiene el individuo de que
lo aparten sino también la duda sobre su propia capacidad de juicio)
forma parte integrante (...) de todos los procesos de opinión
pública. Aquí reside el punto vulnerable del individuo; en esto los
grupos sociales, pueden castigarlo por no haber sabido adaptarse. Hay
un vínculo estrecho entre los conceptos de opinión pública,
sanción y castigo», como indica la politóloga alemena, Noelle
Neuman en su libro La espiral del silencio, la posición
mayoritaria de la sociedad puede llevar a la autocensura de los
individuos que tienen una percepción diferente del conflicto a la de
la mayoría.
La
situación de la multitud contra el individuo , conforma una espiral
silenciosa dado que, cuanto más se difunde una opinión dominante,
más se silencian, las individuales voces minoritarias en disidencia,
con lo cual, se acelera el efecto de las opiniones mayoritarias. Una
vez que los grupos de poder o las élites dirigentes han ejercido
esta doble estrategia: la creación de un enemigo exterior y la
legitimación de la ofensiva, se produce un proceso de
desensibilización contra la violencia en la población. Convencidos
de que su posición es la correcta y de que se enfrentan a un
inminente peligro, sus acciones o las de su grupo serán percibidas
como positivamente éticas, cuando en realidad pueden ser todo lo
contrario.Los
grandes beneficiados de esta estrategia son los más poderosos:
aquellos que conocen la realidad pero utilizan el mito para controlar
a la gente. Para que la estrategia del enemigo exterior funcione es
necesario, que se produzca una materialización de la amenaza: un
ataque o una situación de peligro inminente. Si repasamos la
historia encontramos como diversos gobiernos han utilizado supuestos
ataques realizados por el enemigo para entrar o crear guerras.
El 11-S pudo ser el último pretexto construido para entrar en un conflicto bélico. La caída de las torres gemelas fue utilizada, de manera casual o premeditada, para entrar en dos guerras: una contra Afganistán y otra contra Iraq. El 11-S fue el argumento bajo el cual se recortaron las libertades civiles de los ciudadanos estadounidenses y se instauraron políticas diseñadas para destruir sus libertades civiles. Actualmente en EE.UU tu casa puede ser registrada sin orden judicial, te pueden detener y pueden someterte a torturas, todo bajo el pretexto de ser un terrorista.
La
segunda fase de la manipulación informativa y la repetición de
manera veloz, secuenciada y rápida de imágenes sangrientas,
victimas, muertos... por parte de los medios audiovisuales en un
ejercicio que más que informar, acaba insensibilizando a la gente
contra la violencia.Cuando
el cerebro de una persona se acostumbra a ver grandes dosis de
violencia, lo concibe como algo normal. Se trata de un caso de
insensibilización a las situaciones traumáticas como causa de una
sobreexposición masiva. Desgraciadamente, esta estrategia se utiliza
en la mayoría de los informativos de televisión. El resultado es la
total perdida de sensibilidad ante las noticias relacionadas con
sucesos mortales.
El
nivel de alerta como herramienta de distracción
La
sobreexposición de informaciones relativas a amenazas a la seguridad
nacional o conflictos bélicos son herramientas utilizadas en
ocasiones por los gobiernos para distraer a la opinión pública. Si
la agenda de los medios está repleta de situaciones peligrosas para
los ciudadanos, las noticias sobre los problemas internos del país
pasarán a un segundo plano.Mantener
elevado el nivel de alerta de la población crea una cortina de humo.
Mientras tanto se manipula la información que se quiere esconder,
utilizandola en función de intereses particulares. De esta manera,
se pueden esconder los fallos políticos mediante estrategias de
desinformación.
Cuestión
económica
Llegados
a este punto el lector pensará ¿Cuál es el objetivo de todas estas
estrategias de comunicación política? La respuesta es sencilla: el
dinero que a su vez es la llave del poder en nuestro pequeño planeta
azul. La generación de marcos mentales para allanar el paso a los
contingentes bélicos es solo un hilo de un telar precisamente cosido
para seguir produciendo una relación asimétrica entre los países
del norte y del sur.
Mediante
las invasiones los estados pueden proveerse de recursos energéticos,
poner bases en territorios lejanos para satisfacer sus intereses
geoestratégicos, conseguir contratos muy provechosos para el invasor
y minar la moral de los invadidos, que es bastante práctico a la
hora de otorgar prestamos a través de entidades supranacionales como
el FMI para reconsturir el país que acabas de destruir. Claro está
el país invadido no podrá pagar los préstamos, dado que sus
sectores productivos se han derrumbado y apenas puede generar
recursos, solo le quedará la solución de ir privatizando
progresivamente todas las competencias estatales: agua, luz... que
pasarán a manos de empresas multinacionales. Estas abrirán
alegremente su tarjet y contarán con un nuevo público fiel a la
fuerza.
Los
medios de comunicación de masas generan marcos mentales en la
población para convencer a la opinión pública y legitimar un
conflicto bélico. Para cambiar la percepción de la gente sobre el
colectivo que se va a invadir se resaltan los aspectos culturales de
esas poblaciones que son incomprendidos por nuestra sociedad y se
eliminan las facetas que ambos pueblos tienen en común, lo cual
evita la posibilidad de que la gente se identifique con aquella que
su gobierno va a bombardear.Esta
estrategía de comunicación, se lleva a cabo de una repetición
obsesiva de información sobre el conflicto para insensiblizar a la
población y que lo perciba como algo normal. En cuanto al estilo que
utilizan los medios se percibe un claro uso de eufemismos,
simplifcaciones y generalizaciones, tópicos y estereotipos, y
maniqueísmos. Estos recursos combinados acaban provocando una
sensación de acuciante paranoia en la audiencia.Cuando
la masa social está convencida de que las mentiras que ha escuchado
un millón de veces son ciertas, las voces disidentes que se alzan
para denunciar que todo es una farsa, son silenciadas mediante la
llamada espiral del silencio: la tendencia a la censura y coerción
que se produce cuando una minoría tiene una opinión que no comparte
la mayoría.
El
telón de fondo que constituye el sistema bajo el que vivimos
jerarquiza la importancia de la gente según sus recursos económicos.
Esa visión es interiorizada por la gente desde una tierna edad a
través de la publicidad. Por ello, cuando en algún remoto y
subdesarrollado, según el criterio que imponemos, se declara una
guerra no se percibe su importancia real puesto que sienten que esa
realidad es muy ajena a la que ellos viven. Ya puede ser la guerra
bien cerca, como el caso de la guerra de los Balcanes que la gente
sigue sin identiticarse si se dan estas condiciones.Luego,
los países utilizan una técnica publicitaria para con los países
que invaden. Pretenden hacerles creer que van a salvarlos de sus,
mayoritariamente deficientes y poco respetuosos con los derechos
humanos, mandatarios y en realidad es tan solo un pretexto para
invadir el país arramblar con sus recursos, instaurar un régimen
afín, y crear una deuda en este territorio que convierta al país
invadido en dependiente del invasor.
Cuando
los ciudadanos se dan cuenta de esta manipulación, la estrategia más
utilizada por el estado invasor es crear una guerra informativa
mediante la desinformación. Mientras el caos comienza a brotar,
apoyan a dos bandos rivales (clanes, colectivos étnicos) y favorecen
sus disputas, incendiando la situación hasta el rojo vivo para que
la población vea lo necesarios que son allí. Mientras
tanto el conflicto bélico les sirve para mantener el nivel de alarma
entre su población, lo que conlleva dos oportunidades para las
élites políticas: por un lado pueden distraer a la oponión pública
de graves problemas internos y por el otro pueden llevar a cabo un
recorte de las libertades civiles bajo el parapeto de la lucha contra
la amenaza.
Los
grandes medios de comunicación que pertenecen a conglomerados
industriales con intereses en otras áreas: armas, construcción,
recursos energéticos, materias primeras. En su mayoría funcionan
como catalizador de los mensajes institucionales desarrollando una
actitud acrtítica y pasiva, que le favorece en una doble vertiente:
por un lado les granjea el apoyo de los anunciantes, por el otro
aseguran los intereses de su grupo empresarial.Los
intereses de los grupos empresariales occidentales no son
precisamente ayudar caritativamente a poblaciones en vías de
desarrollo. Así que sus intereses coincidirán con los estados cuyas
guerras se desarrollaen por motivos económicos. Normalmente, todas
las guerras que emprenden los países del norte contra los del sur
son por estos motivos.
Lucas Balcázar
Dando en el clavo, cambiemos la bandera americana por la nazi, italiana, española o catalana y todo seguirá encajando perfectamente.
ResponderEliminarSin entrar en discusiones ideológicas, por lo menos se deben corregir dos falsedades históricas:
ResponderEliminar1) Robert MacNamara no era Secretario de Defensa de Roosevelt (en esos tiempos ni siquiera existía el Departamento de Defensa), sino de Kennedy -> http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_McNamara
2) Estados Unidos nunca le declaró oficialmente la guerra a Vietnam del Norte -> http://www.elmundo.es/internacional/vietnam/felipe.html
Saludos Antonio,
EliminarGracias por tus apuntes, en cuanto sea posible corregiré las erratas.
Podemos compartir el artículo en el Blog Ssociólogos?
ResponderEliminarUn saludo
Santiago
Saludos Santiago,
EliminarSería para mí un gran honor que así fuera.
Muchas gracias,
Lucas Balcázar
Hola Paradox, me puedes decir un correo de contacto. Es por si te gustaría escribir para nosotros.
EliminarSaludos Santiago,
EliminarMi correo personal es balcazar.gatekeeper@gmail.com. Estaré encantado de estudiar cualquier propuesta que me mandéis.
Un saludo,
Lucas Balcázar
Excelentem, con tu permiso comparto tu artículo con Periodismo Alternativo http://periodismoalternativoblog.wordpress.com
ResponderEliminarSaludos Ivan,
ResponderEliminarSería un honor que así fuera.
Muchas gracias,
Lucas Balcázar
Muy buen artículo. Lo curioso es que habla de conflictos bélicos pero, ¿no os habéis dado cuenta de que la estrategia sirve igualmente contra otra clase de "enemigos"? se utiliza contra funcionarios, desempleados... incluso contra vascos, catalanes etc... es exactamente lo mismo.
ResponderEliminar