Algunos investigadores
creen que el 'Xolo' podría ser una especie con más de 7.000 años,
que nació alejada de la mano del hombre, y que fue venerada en la
mayoria de culturas precolombinas. Prueba de ello, es que su rastro
se encuentra a través de los tapices, los códices y los documentos
de las tres principales culturas precolombinas (los aztecas, mayas e
incas). Y en la miriada de culturas diferentes que poblaron el
continente desde el valle de México hasta el sur de Perú.
Su
nombre proviene del antiguo náhuatl
El
nombre de este extraño perro sin pelo proviene del ancestral
náhuatl, que era la lengua franca en los territorios mesoaméricanos
a principios del primer milenio de nuestra era. En esta lengua
utilizada en el imperio azteca, el término Xoloitzcuintili
proviene
de la unión de los términos xólotl
(extraño,
deforme o bufòn) y de la palabra itzcuintli
("perro").
Precisamente, ese primer nombre (xólotl)
era el que utilizaban los antiguos aztecas o mexicas para referirse
al dios del inframundo.
En
la mitología azteca, Xólotl era una suerte de Hades o Loki al
estilo américano: el boss
del
bajo mundo. Era el hermano gemelo y contraparte del dios Quetzacóatl,
la serpiente emplumada, quien representaba la vida, la luz y el
conocimiento. Eran parte de una filosofía religiosa antagónica,
pero complementaria, pues se entendían como las dos partes de una
totalidad. Xólotl era el señor del inframundo, y se representaba
iconográficamente con la cabeza de este perro, el 'Xolo'.
La creencia popular de
muchos pueblos mesoaméricanos, cristalizada en el imaginario maya,
era que los 'Xolos' eran una especie de 'caminantes' entre dos
mundos. Y que, llegado el momento de la muerte, llevarían a su
propietario al Mictlan (el averno de los aztecas). Eran una
suerte de nexo entre este dios y el mundo terrenal, que reproducía
la misión cósmica de Xólotl en el inframundo. La tarea del cual
era custodiar la estrella de la tarde (Venús) a través del
'inframundo' hasta el alba.
Perros
sanadores y 'mágicos'
El Kacklla, como se llama en algunas zonas de Perú, ha sido considerado
por diversas culturas andinas como un animal sanador. Su principal
característica 'sanadora' es su efecto antirreumático. Sí,
antirreumático (es tremendo). Su temperatura corporal está de 3 a
4º más alta que en el resto de perros y
transmite muchísimo calor a través de su fina piel. “Si tienes
cólicos, un xolo acostado en tu panza puede ser el mejor remedio del
mundo para aliviar tus males", reza el portal mejicano Instituto Perro.
Por
esa razón, los xolos tenían una reputación como perros sanadores y
se usaban en las aldeas de México como cura para los reumas, el
asma, los dolores de barriga y el insomnio. También eran usados como
protección en los hogares, pues se creía que debido a su conexión
con el más allá podían cuidar las casas de los espíritus malignos
y los intrusos. Probablemente, estas fueran creencias heredadas del
mundo azteca, donde los propietarios se hacían enterrar con sus
xolos en su tumba.
El xolo tiene dos registros genéticos sin pelo (el usual) y con pelo (raro).
El xolo era, entonces, el protector, el amigo, un enlace con el mundo de los dioses. Pero, también eran considerados una exquisitez culinaria (se los comían, sí) que regaba las bodas, los banquetes y las ceremonias sagradas. Aunque, la mayor parte de ellos eran sacrificados cuando sus dueños morían para que fueran sus guías en el viaje al otro mundo. Algunas figuras de cerámica de Colima, de esa época, muestran que su aspecto se ha mantenido constante a través de los siglos.
Un
viejo amigo de la humanidad
Hay evidencias
arqueológicas de que los xolos acompañaron al hombre en las
primeras migraciones a través del estrecho de Bering. Figuras en
cerámica y dibujos de los xolos que datan de hace 3.000 años y han sido
descubiertos en las tumbas de los toltecas, los aztecas y los mayas,
los zapotecas y las culturas de Colima. Hay leyendas que hablan de
que Xólotl (el dios de los avernos) regaló este perro a los hombres
después de haberlo fabricado de una astilla del hueso de la vida.
Sin embargo, la llegada
de los invasores españoles casi acabó con esta especie ya que lo
pasaban a la brasa, sin consideraciones al calendario de 'santos'. El
resultado fue que casi tres siglos después, casi habían
desaparecido todo los xolos de la América precolombina. Su
recuperación vino tras la dictadura
de Porfirio Diaz en México cuando intelectuales y nacionalistas
empezaron a recuperar los signos del pasado. Y entre ellos,
aparecieron los últimos vestigios de los casi extintos 'xolos'.
Fue
entonces cuando la figura del Xolo volvió a la vida de la mano de
nacionalistas, intelectuales y artistas méjicanos. De pintores como
Frida Kahlo y Diego Rivera, que veían en su figura el rastro de la
mesoamerica pérdida. Y que incluyeron a esta
raza en una nueva narrativa panamericana destinada a reflotar la identidad perdida. Fruto de ello, nacieron iniciativas a partir de los años cincuenta para 'cazar' manadas de xolos que se habían ocultado en territorios remotos, y así conseguir salvar a esta raza.
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