Hay
quienes no necesitan necesariamente dinero para viajar, solo un
nuevo horizonte. De entre estos hechiceros del mapa mundi, ha surgido una clase
especialmente poderosa: los vagabundos del raíl. Personajes que viajan gratis
durante miles de kilómetros, escondidos en las entrañas de vagones mercantes.
Son los herederos del mítico Trainhopping, un estilo viajero creado por
los pobres norteamericanos durante la Guerra Civil Americana y la Gran
Depresión.
Anarquía, carbón y libertad
“Es
como cuando un perro saca el hocico por la ventana y el viento le golpea: todos
sus sentidos se acentúan”. Así describía Mike Broddie el tao de su viaje en
locomotora durante una década. Diez años en los que junto a su pandilla
recorrió el mundo, en un viaje digno de la mejor viñeta SteamPunk. Fruto
de esa experiencia, nació Período de Prosperidad Juvenil; una obra que
muchos críticos fotográficos sitúan entre las diez mejore de la historia. Su
belleza desgarrada, es innegable.
Mike escapó de su casa en Florida con 17 años y recorrió el mundo durante una década.
El
trabajo de Broddie, conocido como Polaroid Kidd, en la red, empezó a generar
una corriente de jóvenes que querían sentir la misma adrenalina y libertad.
Veían en Kidd y en su pandilla a la nueva generación beat. Y en su vida,
un nuevo canto a la libertad. El joven fotógrafo se convirtió así en el
cronista de los subsuelos americanos. Un viajero lleno de mohín y energía, que
gracias a su vida entre la precariedad y los andenes pudo capturar la vida de
los más desfavorecidos en EE. UU.
El trainhopping se viraliza
Esta
clase de viaje sin blanca es tan vieja como el ferrocarril de USA para los
vagabundos. Pero, hace unos pocos años, que se ha convertido en una moda entre
aventureros. Son muchos, los que deciden pasar sus vacaciones viendo mundo
desde la cima de un convoy. En el viejo continente, hacerlo es mucho más
complicado, como explica el colectivo 4H. “En Europa, colarte en trenes de
mercancías, se parece más a una misión de comando, que a un idílico viaje de
trotamundos”.
Gracias a las fotografías de Broddie, el Trainhopping se hizo famoso en las redes sociales.
La
razón según este colectivo francés que se dedica a atravesar el mundo haciendo Trainhopping
es que “los trenes funcionan con un peligrosos cableados eléctricos y
siempre cambian de itinerario”. Lo que, según explican, produce que sean más
peligrosos de 'asaltar' (sobre todo si llueve) y que uno pueda quedar perdido
fácilmente en las vías de alguna república rusa anclada en el pasado. Sin
embargo, avisan de que con las nuevas tecnologías es una práctica cada vez más
asequible.
El surf train y el expreso de la muerte
Colarse
en vagones de mercancías no es el único reto entre raíles. Hay muchas locuras
en este trayecto. Una de ellas, es el increíble surf train. Tal y como su
nombre indica, consiste en 'surfear' un tren. El valiente en cuestión sube
hasta el techo de un vagón e intenta fundirse con el movimiento de este gran
gusano de metal, al más puro estilo Dune. Esta locura nació en los
suburbios de Soweto (Johanesburgo) durante los 80, entre los que nos se podían
permitir surfear.
El trainsurfing se expandió rápidamente por Rusia, Canadá, Brasil o USA.
El
expreso de la muerte es todavía peor. Consiste en tumbarse boca arriba en las
vías del tren y esperar ¿plácidamente?, hasta que un tren te pase por encima.
La distancia entre los raíles y algunos convoys permite albergar a una persona.
Con una sola condición: debe permanecer totalmente inmóvil. Si cede a un
impulso nervioso, y comienza a moverse, dará opción a que la reverberación del
tren le absorba y le jale contra la estructura del convoy. Y ese billete, si
que no tiene vuelta.
En Soweto el train surf es una manera suicida de combatir la rabia.
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