La Amazonía brasileña vibra con las proyecciones holograficas de la tribu de los suruí en las copas de los árboles ribereños de la reserva Siete de Septiembre (en el oeste de Brasil). Se trata de las proyecciones lumínicas del artista francés, Philippe Echaroux, que dibujan los carismaticos rostros de estos moradores del mar esmeralda en las copas de los árboles. ¿El motivo? Luchar contra la deforestación bajo el lema "un árbol, una vida". Una lucha que, durante esta década, ha llevado a esta tribu a ser una de las más prolíficas defensoras de la Amazonía, utilizando herramientas tan sorprendentes como ésta.
La idea de este artista francés era mostrar la importancia que tiene el mundo vegetal en la cosmovisión de este pueblo, escindido de la selva profunda en 1969. Tras convivir con ellos en lo profundo de su reserva brasileña, les hizo una promesa: ilustrar que, para éllos, derribar un árbol es igual que matar a un hombre. Y la cumplió, recientemente, tras montar una performance holográfica en el corazón de la Amazonía brasileña, donde aparecen los carismáticos rostros de la tribu, esculpidos visualmente en los árboles.
El arte 2.0 para la gente de 'verdad'
Las imágenes de Echaroux bañan la ribera de los ríos con los rostros ancestrales de esta tribu, que emergió al mundo moderno en 1969. Para los colonos eran los "fantasmas de la selva". Ellos se llaman a sí mismos paiter, que significa "gente de verdad";son un grupo nativo de las selvas más profundas de las provincias brasileñas de Rodonia y Mato Grosso. Con el arte digital de Echaroux, esperan dar a conocer la deforestación que les acecha al mundo entero.
La
bella y curiosa sinergia entre el arte amazónico y la tecnología es
innegable.
Las imágenes son increíbles: una montaje lumínico proyecta la cara de los miembros de la comunidad en los árboles de la vera del río Branco. Arriba, la Vía Láctea se despliega como una telaraña con irridiscentes archipielagos. Baña con su luz a los árboles ribereños, que parecen cobrarse vida y convertirse en la estela de la tribu de los suruí. La misma que desapareció con la llegada de los colonos; cuando en 1969, se produjo el primer contacto. El resultado fue fatal: el 90% de los 5.000 suruis que existían, murieron.
Las imágenes son increíbles: una montaje lumínico proyecta la cara de los miembros de la comunidad en los árboles de la vera del río Branco. Arriba, la Vía Láctea se despliega como una telaraña con irridiscentes archipielagos. Baña con su luz a los árboles ribereños, que parecen cobrarse vida y convertirse en la estela de la tribu de los suruí. La misma que desapareció con la llegada de los colonos; cuando en 1969, se produjo el primer contacto. El resultado fue fatal: el 90% de los 5.000 suruis que existían, murieron.
La smart tribe
Este no es el primer coqueteo con tecnología vanguardista que hace la tribu de los suruí. Hace escasos 8 años (en 2007) los suruí comenzaban un proyecto conjunto con Google para mapear sus territorios vía satélite; y así poder luchar contra la tala ilegal. El principio de esta cooperación fue tan curioso como prometedor: el jefe de la tribu de los suruí, Almir Narayamoga, se conectó a Google Maps desde un cibercafé. Le fascinó y creyó que podría ser lo que necesitaba su tribu para salvar sus territorios.
La
'hightec' se
postula como una de las herramientas más útiles para salvar los
bosques fluviales del planeta.
La respuesta, sorprendentemente, llegó del otro lado de la clavija telefónica: Google estaba dispuesta a ayudar a mapear todo el territorio de los suruí. La multinacional tecnológica aportó el software y un grupo de técnicos para enseñar a los siruí (que en su mayoría jamás habían tocado un ordenador) a mapear todo su territorio y actualizar el Google Street View con imágenes, datos y mediciones de sus territorios. El trabajo de los siruí fue espectacular: ahora se pueden ver todo su territorio desde esta herramienta, así como registros de su área de caza y la fauna que la habita.
Eco-corrupción
en la selva
La
corrupción, desgraciadamente, no entiende de lugares, ni climas. Y
hay serias dudas de que los acuerdos
de venta de bonos de carbono entre esta comunidad y la gigantes
cosmética Natura estén sirviendo para favorecer a unos pocos
Suruís. Hace escasos tres años, en 2013, los Surui fueron la
primera comunidad indígena brasileña en cerrar un gran acuerdo en
el mercado de carbono. El portavoz y jefe de todas las 25
comunidades suruí,
Almir Narayamoga Surui, aseguró que sería un paso vital para salvar
sus bosques: “Crea un vínculo con el sistema capitalista para que
reconozca el valor de la selva y para que los indígenas la
preserven".
El paso de la vida comunal a los mercados de carbono de la REDD+ se antoja complicado.
Tres
años después, las críticas sobre la corrupción en la gestión del
líder suruí, se hacen escuchar entre su gente. Lideres de las
diversas comunidades Paiter-Surui acusan al dirigente de “causar
división entre su población y cambiar la organización tradicional
de su sociedad”. Diez
de los veinticinco líderes de las aldeas surui acusan de
malversación de fondos y falta de diálogo a la cabeza visible del
proyecto, Almir Narayamoga Surui. Le acusan de haber “adoptado
el sistema capitalista” y de marginar económicamente a quienes no
respaldan su gestión. En un discurso que legitima a la vuelta de la
tala de árboles como instrumento financiero de supervivencia.
Más
verde en sus pantallas:
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