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13 calaveras y una historia tan antigua como la humanidad

Una anciano mito maya, tan antiguo como su imperio selvático, nos traslada a un mundo más extraño que la ficción. La leyenda de las 13 calaveras de cristal. Craneos tallados, esculpidos y oradados mayoritariamente en cuarzo blanco, cuya leyenda explica que, una vez reunidos, darán un chispazo galáctico a nuestras diatribas nacionalistas. Su historia se extiende desde las tierras de los indios navajos en Nuevo México hasta las profundidades de la Amazonia brasileña en una historia con más de 4.000 años.

Para muchos pueblos amerindios de la franja amerindía tales como los Cherokee, los Pueblo, los Seneca y los Maya, las calaveras representan un punto de enlace mental con otros planos dimensionales. Es por ello, que según las sagas de estos pueblos, su uso estaba restringido sólo al chamán, quien actuaría como aventurero en los diversos planos de estas metarrealidades ultramundanas. Aunque, la leyenda va más allá y apunta a que hay una calavera por plano (13) y un mundo diferente en cada uno.
La leyenda de las 13 calaveras
Da la sensación de que la leyenda maya de las 13 calaveras podría haber sido uno de los puntos de inicio de J.R.R Tolkien para hilvanar su saga épica sobre el anillo de poder. La leyenda de estos cráneos esculpidos en cuarzo es tan rica en matices y localizaciones exhuberantes que podría haber salido de la mano de cualquier escritor de fantasia. Según la historia, existen 13 calaveras escondidas por todo el mundo que fueron talladas en los 13 mundos donde la humanidad ha habitado. ¿El último? la Tierra.
 
 
         Relieve de calaveras en la fachada de la pirámide de Chitchen Iza (Méjico).

El relato las etiqueta de “legado” de un pueblo en el que muchos han querido ver a la mítica civilización de la Atlántida. Y va más allá: dice que las calaveras están dispersas por la Tierra a la espera de ser reunidas; y que cuando lo estén, se desbloqueará un nuevo escenario. Es una tesitura que recuerda bastante a la mítica serie de Toriyama, Bola de Dragón; ¿verdad? Aunque tras los descubrimientos del último siglo, no parece tan descabellado creer que esta leyenda tenga algún poso de verdad en ella. 

Ojos de cristal en la canopia de la selva
Los ojos de la segunda calavera de cristal descubierta brillaban desde el fondo de la inaccesible selva maya en Lubantuun (hoy Belize). Fue allí, donde la hija del aventurero y periodista Frederick Mitchell Hedges encontró la segunda supuesta calavera de cristal. Lo hizo en 1927; entre las ruinas de lo que, se cree, había sido un antiguo altar maya. Era la segunda en conocerse públicamente: la primera había surgido en 1880 de la mano de un enigmático anticuario francés, Robert Boban. Un extranjero en la corte del rey Maximiliano I de México que gozaba del privilegio de ser el arqueólogo de la corona.

Ambos personajes tenían una sólida reputación de aventureros, trotamundos y... un poco farsantes.
Estos dos primeros cráneos resultaron ser casi idénticos en su diseño y composición. Ambas tenían medidas idénticas y no contienen trazas de carbono en su estructura molecular, lo que no permite datarlas por el carbono 14. Piezas enigmáticas e indatables cuya autenticidad se tambalea ante las descabelladas historias de sus descubridores. El primero (F.M.Hedges) era un escritor de reportajes pseudoperiodísticos para los diarios del controvertido R. Hearst; el segundo (Boban) era un opaco anticuario, al que hoy podría etiquetarse de “contrabandista” y “embaucador”.
Misterios cuarzanicos en tercera fase
A pesar de la inherente posee estrafalaria (y poco fiable) de los dos sujetos que dieron fama a estas dos primeras calaveras hay aspectos de su manufactura que la ciencia no puede explicar. Y eso, da alas a su leyenda. Los ingenieros de la informática Hewlett-Packard analizaron la primera de ellas (la encontrada por F.M. Hedges) en los años 70, llegando a desconcertantes conclusiones. En primer lugar, sus analistas descubrieron que la calavera no tenía ninguna traza de herramientas. Estaba tallada sin marca alguna.

        El cuarzo de roca se utiliza como materia prima para muchos transmisores electrónicos.
  
Los investigadores hicieron otro descubrimiento interesante: la calavera había sido hecha exactamente con el mismo tipo de cuarzo que se utiliza hoy día en el equipamiento informático. Un tipo de cristal de roca que permite almacenar energía eléctrica y manipularla para que genere una precisa frecuencia. Es por eso que este tipo de cristal se utiliza en las 'células celebro' de los ordenadores. Su hallazgo generó una interesante pregunta: ¿Podrían haber funcionado estas calaveras como sistema de almacenamiento?
Una leyenda y un montón de pretendientes
Encontradas dos calaveras, que parecían concordar con el mito, faltaba hallar las 11 restantes. Y aquí es donde la historia empieza a volverse más astral de lo necesario. La siguiente calavera en relevancia mediática es la calavera SHA-NA-RA. Fue encontrada en el desierto mexicano usando técnicas 'psíquicas' por un medium estadounidense, llamado Nick Nocerino. Otras le precedieron: en 1902, se encontró en Guatemala una tallada en cuarzo que pertenecía a un supuesto monje maya; en 1903, un arqueólogo chino, llamado Yeng Fo Huu, hallaba otra en Mongolia, tallada en Amazonita.


La iconografía maya destaca por sus relieves llenos de postales alíenigenas y tecnologías imposibles.

Todas diferentes, pero con un punto en común: estaban talladas de una manera tan exquisita que la ciencia no encontraba explicación para ello. Fue ese vacío narrativo el que unió a un grupo de 11 calaveras de alrededor de todo el mundo alrededor de un viejo mito maya. ¿Cómo no sorprenderse o interesarse cuando aparecen posibles rastros de los mitos de una vieja cultura maya en lugares tan dispares como Ucrania (calavera de Louv) o en el despacho de San Ignacio de Loyola (fundador de los jesuitas, que tenía una en el baúl)?

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