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'Okja' destila esperanza verde

Okja (la transgresora cinta de Bong Joon-Ho) nos invita a apagar las luces y sumergirnos en un viaje a través de brumosos bosques coreanos, futuristas urbes asiáticas y coloridos laberintos corporativos. Lo hace, metiéndonos en un futuro que parece tan real como fantástico, donde los elementos de fantasía se alían con a realidad para hacer más fuerte el mensaje. Estamos abusando de los animales. Bong nos lanza una pregunta: ¿Nos pesan más como compañeros o como carne de frigo? La magia y la imaginación asiática se cuela entre los pistones de la eficiencia occidental.
 

La poesía llega a través de los ojos de la protagonista, Mija, (interpretada por Seo-Hyun Ahn). Durante sus idílica infancia, esta pequeña es la cuidadora de Okja: un ser a medio camino entre un cerdo gigante y un encantador personaje fantástico, que vive con ella y con su abuelo. En realidad, es un animal diseñado genéticamente por la surrealistamente oscura Mirando Corporation. Una multinacional cárnica de turbio pasado cuya CEO (Palma de oro de Cannes, Tilda Swinton) busca lavar de su ennegrecida compañía.

Todo por la pasta 
Y es que, como en todas las historias, el móvil principal es el vil metal. O en su defecto, el poder. 'Okja' (ojo, spoilers) es el nombre del cooprotagonista animal de esta inspiradora historia. La manipulación genética a la que ha sido sometido, le ha convertido en algo más allá de un animal común: un ser fantástico tanto por su inteligencia como por su tamaño productivo. La jugada parte del lado maligno de la historia, la Mirando Corporation. Una gran multinacional que cuenta con el apoyo del Dr. Johny (Jack Gylenhall); un afamado veterinario que dá vida a un delirante concurso para encontrar al mejor supercerdo.

       

        La bondad y lealtad de Okja nos hace crear un vínculo afectivo con él.

En realidad, todo es una trampa: una década antes, la Mirando Corporation distribuyó una decena de sus especímenes entre sobresalientes granjeros rurales. Como el abuelo de la protagonista, Mija, que se crió con un ser fantástico que pronto arrancarán de las manos. Bong Joon-Ho intenta mostrarnos así, como las multinacionales de hoy en día recurren al marketing ecológico para pasar su chatarrera industria por el túnel de lavado. Lo peor, es que a veces nos la cuelan. Es así de triste.

El Frente de Liberación Animal (ALF)
Tras la cuidada estética de Okja (con un punto animista que nos recuerda a los clásicos de Hayao Miyazaki) hay un claro enfoque de denuncia al trato que le damos a los animales. De amigos a comida. Es moralmente muy ambiguo. "Es una división con la que la sociedad se siente muy cómoda: vemos a algunos animales como alimentos y otros como amigos. Pero esa división no existe", así definía Joon-Ho su visión de cómo la sociedad actual tiene una moral muy opaca en lo que animales se refiere. 


Okja está repleta de personajes surrealista y entrañables ( a su manera) que le dan una cierta cohesión surrealista a la historia.

Como contrapunto de esta ambiguedad moral, que represanta la Mirando Corporation, Bong Joon introduce a un super-sensible-guerrillero equipo de liberación animal que se hace llamar ALF (Animal Liberation Front). En el universo surrealista de Okja, representan el alter ego de las corporaciones maléficas: un grupo de jóvenes que luchan 'educadamente' por los derechos de los animales. En ciertos momentos, este equipo parece sacado de las mismissima vida de Bryan. 

Al final, ganan los espectadores: Netflix fue la única productora que dió alas al director para realizar este utópia animal. 50 millones de pavos y total libertad creativa. Demuestran así que no sólo nos enganchan con sus series, sino como ya hicieron con el increíble documental de los grandes simios de  Virunga, que también están por el medioambiente. 

El mundo animal que hay en nuestro parque digital: 

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