Orangután, gorila, chimpancé, humanos y bonobos. Esas
son las cinco ramas del árbol de los grandes simios. Esas son las
especies (salvo la del bipedus humanus; esa ya se cuida sola) que el conocido como “Gran Proyecto Simio” se ha propuesto salvar de su
exterminio. Esta organización internacional, compuesta por
primatólogos, psicólogos, filósofos y otros expertos, quiere a toda costa salvar a los grandes simios de su (no muy lejana) extinción
en libertad. No es un objetivo sencillo: dos de ellos (el orangután
y el gorila) están al borde de la desaparición. La humanidad se
queda sin los seres más parecidos a ella.
Ante un futuro
plagado de junglas de metacrilato y fauna escasa, el Gran Proyecto
Simio quiere establecer un nuevo enfoque entre los humanos y los
otros simios. El de la igualdad. Una equidad basada en el respeto por
unos seres racionales y con un amplio abanico de sentimientos que tan
solo están viviendo una etapa de la evolución diferente a la
nuestra. En casa nuestra, por ejemplo, tenemos el ejemplo de las
Islas Baleares donde la legislación los contempla como “adultos
indepedientes” que no pueden ser utilizados para experimentos
científicos o comerciales.
La
rebelión de los simios
Quizás un día los simios se rebelen y hagan honor al
viejo metraje de los setenta protagonizado por Richard Burton y
re-re-reeditado en los días recientes. De momento, la historia nos
ha dejado algunos casos interesantes. Koko, el primer gorila que
'hablaba', dominaba el lenguaje de signos e incluso llegó a inventar
nuevas palabras para expresar sentimientos que el japonés no
abarcaba. Los bonobos, por ejemplo, suelen andar a dos patas cuando
van a recoger arbustos para hacerse sus camas. ¿Es justo que seres de tal complejidad puedan acabar troceados en mercados locales?
El planeta de los simios (1968): interesante alegoría sobre nuestras semejanzas.
La solidaridad, otro
indicador de desarrollo emocional, no les es extraña. Constantemente
acechados por los cazadores, los gorilas (de espalda gris) han
desarrollado técnicas para liberarse de las trampas de los furtivos.
Y más importante: también han aprendido a cómo liberar a sus
compañeros. A All, una chimpancé que vive en un centro de
investigación japonés, se le dan bien los números: puede memorizar
hasta en un 90% de los números de complejas secuencias numéricas.
La gente normal llega a
recordar de un 40 a un 70%.
Experimentar con ellos es terrorífico
Una de las reivindicaciones primordiales del Gran
Proyecto Simio es el cese de la experimentación médica y científica
con primates. Cada año, en los EE.UU, se encarcelan a 105.000
primates para todo tipo de experimentos: desde la industria estética
a la militar. Para evitar el sufrimiento, aislación y dolor que
conlleven este tipo de experimentos en unos seres tan parecidos a
nosotros, desde el GPS, llevan desde 1993 “reclamando la extensión
de un igualitarismo moral que abarque todos los grandes simios”.
Esto incluye a las especies de los chimpancés, los gorilas, los
bonobos y los orangutanes.
Un breve paseo por la red, y la lista de atrocidades es larguíssima...
La casi paridad genética que se da entre muchos simios
(el chimpancé comparte un 99.4% de nuestro ADN) y humanos, les
convierte en el candidato perfecto para la investigación. A partir
de allí, comienza la locura: terrorífica experimentación medica
(que parece sacada de la biblioteca de Adolf ); investigación
militar con agentes nerviosos; escalofriantes experimentos en los
sótanos de facultades.La estadounidense PETA (People for the Ethical Treatement of Animals) lleva reportando esta fantasmagórica realidad
desde 1980.
Más material para preparar la revolución de los simios:
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