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Virunga echa el candado y se teme lo peor

El Parque Nacional de Virunga junto con el Salonga National Park (dos de los parques nacional más grandes de África) podría conocer a un nuevos visitantes muy pronto: las compañías extractoras de petróleo. El gobierno del Congo ha abierto la zona del lago Victoria para la explotación petrolera (que se encuentra en el corazón del parque) y ha decretado dos años de cierre del parque alegando motivos de seguridad. Las especulaciones de que una gran cantidad de petróleo se encuentra bajo el lago, han prendido la mecha entre el conglomerado de fuerzas enfrentadas que hay en el país centro africano. Tras el asesinato de seis guardas durante este abril pasado, las luces rojas han entrado en barrena. El parque se ha cerrado y muchos temen que ahora se abra al cartel petrolero. 



El Parque Nacional de Virunga es del tamaño de un pequeño país, casi 7.8000 kilómetros cuadrados, donde se acompasan ricos bosques, savanas, lagos, colinas, franjas de selva alta y selva baja, montañas nevadas e incluso volcanes activos. Es uno de los lugares con mayor diversidad del planeta. También es el hogar de un cuarto de sus especies. Es además, uno de los últimos pedazos de suelo donde viven otras dos especies muy amenazadas de simio como los son, los chimpancés y el gorila de Grauer. Pero es además, uno de los refugios de especies tan raras como el Okapi, el buffalo africano, los leones centro africanos y la cuenca hídrica donde se acumula todo el agua que baja de los ríos Nilo.

La doble amenaza de las petroleras para los gorilas
Los gorilas de montaña corren una doble amenaza. Por una parte, un cuarto de su población se enfrenta a la amenaza del cierre del parque de Virunga. Y por otra parte, se encuentran amenazadísimos por la concesión de bloques de tierras para la explotación petrolera en la vecina Uganda. Un país con una corrupción crónica que se filtra hasta el substrato de petrolífero. De momento, su gobierno ha puesto a la venta 6 lotes de tierras en venta para la prospección de hidrocarburos. Uno de ellos es especialmente dañino para los gorilas: El de Ngaji. Este cubre una larga parte del lago Eduardo y una larga parte del Parque Nacional de Elisabeth. Esta zona es la prolongación del parque de Virunga en suelo ugandés y, cabe decir, el hábitat natural de los últimos gorilas de montaña. 


        El habitat natural de estos gorilas vascula en la triple frontera de Uganda, Ruanda y Congo.

El lago Eduardo es el corazón de ambos parques naturales. Por eso, se ve con tanta preocupación que los países de ambos parque estén haciendo avances, más o menos discretos, hacía la petrolización de la zona.  Muchas compañías petrolíferas, como la inglesa SOCCO, ya tienen un historial de violencia y de promoción de la violencia en un área que no ha conocido una paz duradera desde hace 60 años. Los diamantes, el oro, el coltán y el petróleo juegan una partida muy desfavorecedora contra los menos de 1.000 gorilas de montaña que quedan en los alrededores. Hay que recordar, que hace escasos 4 años conocimos como la petrolera Socco estaba extrayendo petróleo de manera ilegal en la zona gracias al trabajo Taladros en la Niebla de Global Witness. El trabajo de la ONG británica encendió todas las alarmas y fue decisivo para que el galardonado documental Virunga viera luz. 


Chapapote a la vista 
Los estudios sismicos, que se llevaron a cabo en 2015, han mostrado que hay petróleo bajo este mismo lago. Algo que ha movilizado rápidamente al gobierno del Congo y Uganda que han echado el cerrojo (cada uno a su manera) al área. La ONG Global Witness avisa: “Puede que las próximas generaciones no lleguen a ver a los gorilas de montaña en libertad”. Tanto Virunga como las áreas protegidas en la vecina Uganda fueron duramente golpeadas durante las guerras civiles que asolaron ambos países: las milicias solían refugiarse en las cadenas montañosas de estos parque (la sierra Ruwenzori) y se financiaban a través de sus recursos, entre los que se encuentran la caza de los gorilas. Tristemente, su número bajó hasta 300 (la cuasi barrera de la extinción). Y solo a través de un firme trabajo en el Parque (que ha costado la vida a muchos guardas) se ha conseguido poner a la especie en el camino de la recuperación. Hasta ahora. 

             

             Los últimos gorilas de montaña viven aprisionados entre considerables fuerzas. 


Sin el control de los guardas, es muy probable que la caza furtiva se dispare. Los últimos gorilas de montaña son una pieza muy cotizada en el mercado debido a la presión de las colecciones privadas de animales, los zoológicos, los curanderos (que otorgan poderes a su carne) y otros personajes similares. Por no hablar, de los muy evidentes daños al frágil ecosistema de los parques que provocará una explotación petrolífera. A día de hoy, el gobierno del Congo ha desclasificado un 21.5% del parque para explotaciones petrolíferas; lo que equivale a 1.720 km2 de Virunga. Sin duda, será un hachazo potente a uno de los corazones del mundo animal de África y del mundo.

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