Greenpeace
quiere matar al carbón. Quiere cepillarse a uno de los tres dioses de la
maquinaria mundial (sus otros dos díscolos hermanos son el petróleo y le e.
nuclear). Y está dispuesto a hacerlo a golpe de talonario; como si de repente
se hubiera dado cuenta de que el dicho "Cash
is King" es lo que, en realidad, tristemente mueve el mundo. El plan de la
ONG británica es ir comprando centrales térmicas impulsadas por el carbón en
todo el mundo y convertirlas en plantas impulsadas por renovables. Lo haría con sus afiliados, que se convertirían
en accionistas potenciales de cada una de las diferentes estaciones.
Su primer
objetivo: adquirir la planta de RWE (el mayor consorcio energético del mundo)
en Baviera. Y convertirla en la mayor planta eléctrica, impulsada por renovables del planeta. Para ello, está dispuesta desembolsar 384 millones de euros con el objetivo
de salvar al planeta de los 484 toneladas de carbono que emite la planta cada
año. Pero, el plan es más ambicioso todavía: quiere gastarse hasta 7.000
millones en transformar a la planta para que pueda recibir energías renovables
y comenzar la verdadera transición hacia el sol.
Ofensiva total vs el carbonazo: episodio
1
Greenpeace
lidera la ofensiva contra el carbón. Después de parar la construcción de la
primera central carbón en 30 años en Reino Unido y movilizar al mundo para
salvar al arrecife de Australia de la explotación minera, ha lanzado esta
oferta por la planta de RWE en Baviera. El objetivo es empezar a cortar lazos
definitivamente con una energía que nos ha acompañado desde la Revolución
industrial, pero cuyo tiempo evidentemente ha pasado ya. Para ello, ha lanzado
una campaña global con él objetivo de acabar con el uso de carbón para 2035. Si para esa fecha no hemos
acabado con él, nos podemos ir despidiendo del mundo.
El carbón representa más del 40% de la energía total del planeta. Es el fuel de nuestro mundo.
A pesar de que
el mundo tiene suficiente energía limpia para satisfacer nuestras necesidades
energéticas 6 veces. Tiene, también, abundancia de carbón. A nivel global, el
carbón es la mayor amenaza climática a la que nos enfrentamos. La que
contribuye al Cambio Climático más que cualquier otro combustible fósil. El
carbón contiene más carbono que otros combustibles fósiles cuando es quemado.
Para tener alguna opción de cumplir los Acuerdos de París y evitar que la temperatura
global suba 2º, necesitamos dejar el carbón y avanzar hacia la producción de
una energía limpia y renovable.
El carbón, menudo marrón
La compra de la
central energética de Rhinehaus viene encuadrada dentro de una estratégia de
Greenpeace a nivel primario: reducir el
consumo de carbón a 2/3 para 2050. Ese es el objetivo que nos permitiría
evitar que la temperatura de la Tierra sobrepasara el 1.5 grados para finales
de esta década. ¿Pero, como conseguirlo
cuando se estima que solo durante esta década aumentará en un 30% su producción
mundial? Sin embargo, en Greenpeace, no pierden la esperanza de que pueda ser
echo y que podamos dejar algo a nuestros hijos.
El carbón no solo es brutal a nivel ambiental, sino que también a nivel humano.
De acuerdo con
un informe de la ONG británica para alcanzar este objetivo deberíamos: (a)
parar el desarrollo de nuevas plantas de carbón; (b) reducir la utilización de
plantas existentes y (c) cerrarlas lo antes posible. Parece algo surrealista
bajo el papel, pero cuando tenemos en cuenta que: todas las plantas europeas en
fase de preconstrucción están paradas y que muchos países (como Francia, Reino
Unido o Italia) tienen un calendario parar parar todas las centrales térmicas
que funcionan a base de carbón. Entonces, las cosas cambian y se abre el
espacio a una posible esperanza.
Episodio 3: el fin del carbón
El final del carbón marcará una brecha entre
los países que están comprometidos en la lucha contra el CC. El auténtico
problema lo van a marcar países como China, India o Pakistán. Auténticos
titanes del carbón que empiezan a mover piernas y brazos bajo el magma. De
acuerdo con un estudio del New York Times, “China e India han acelerado a pasos
agigantados su consumo de petróleo desde la firma de los Acuerdos de París
(2015), siguiendo la estela de Estados Unidos”. Y remata: “Hemos transmitido la
imagen al mundo de que destruir al planeta está bién”.
El carbón arrastra a todo un submundo de explotación en países como India, Pakistán o China.
Más carbón para la caldera:
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