Llevados por la insaciable demanda de la emergente clase media china, la industria del jade de Birmania está en pleno auge y debería estar ayudando a la economía nacional, una de las más pobres del mundo, a alcanzar cuotas de prosperidad nunca vistas. Pero no es así: muchas de las ganancias que genera este prospero comercio, acaban dilapidadas en los puestecillos de venta de heroína que se arremolinan entorno a las minas en la zona norte del país, en las montañas del estado de Kachin. En lo que parece un acuerdo entre las élites militares del país y los comerciantes chinos para tener mano de obra a bajo precio y reinvertir las ganancias de las minas en lucrativos negocios. Mineros birmanos desenterrando el 'oro' verde de las entrañas de la tierra.
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