Onda terráquea

Hoy en día, uno de los mayores riesgos ecológicos a los que se enfrenta el planeta es el mandato de Donald Trump. Sus decisiones energéticas parecen provenir una mezcla bizarra entre el corazón de un Gordon Geko de Wall Street y un pionero del petróleo tejano de finales del XIX. Su cruzada a favor del #carbón, #petróleo y #gas ha roto el frágil consenso mundial para mantener cortar las emisiones antes de que el efecto invernadero sea irreversible. Sus movimientos a favor de los combustibles fósiles puede provocar que otros gigantes como China, la India o Brasil sigan su senda.

El Artico nos envía un mensaje bastante explicito sobre el Cambio Climático. Llama si quieres “Bestia del Este” a este temporal que hemos recibido durante los últimos días en nuestras capitales europeas. Pero la verdad es que viene de más al norte: del Ártico. Como algunos medios de Comunicación ya han apuntado, hay poderosas evidencias científicas de que las tormentas que hemos vivido hace poco, tienen su orígen en las zonas Articas. Mientras las tormentas asolan las ventanas de Occidente, el Artico está 20 grados más caliente de lo que debería.

Lo que nació como una vacilada tremenda al negacionismo climático de Donald Trump se ha convertido en una iniciativa global que ha conseguido plantar más de 1 millón de árboles . La iniciativa, nacida de las manos de 3 neozelandeses, ha plantado árboles alrededor del mundo para condenar la “ignorancia de Tru mp”. La página web del proyecto lanza un dardo certero: “Trump quiere traer de vuelta el carbón”, dice la página web del proyecto. “Pero, nosotros queremos plantar un bosque gigantesco para absorber todo el Co2 de su mandato”.

La cuarta revolución industrial no brillará sin arte. Los inventos y maravillas que poblarán nuestro mundo serán grises, aburridos e incluso tristes…Sin el contrapeso y el equilibrio intrinseco que aportan disciplinas como las humanidades, las bellas artes o la música, inventos como la Inteligencia Artificial , la Cadena de Bloques o la Realidad Virtual serán mundos estériles sin color, ni magia, ni la belleza que aportan las ventanas al inconsciente humano. Para aprovechar todo el potencial del desarrollo técnico hay que abrir ventanas a las otras disciplinas. 

Es un momento perfecto para la Inteligencia Artificial (AI). Todas las piezas se están juntando: big data, avances en hardware, poderes emergentes . Cosas tan bestias como algoritmos de Inteligencia artificial y soluciones de programación abierta nos simplificarán la vida tremendamente en la próxima década. ¿El resultado? La Inteligencia Aritificial está siendo propulsada por los laboratorios en nuestro día a día. Desde programas inteligentes para navegar en las ciudades, coches compartidos o redes de energía para gestionar un mundo cada día más interconectado. 

Davos, Davos, Davos…La famosa cumbre económica, celebrada esta semana pasada, nos dejó  5 claves para entender la posición medioambiental de las grandes fortunas del planeta y los principales dirigentes del mundo. Su posición (esta vez sí) ha sido bastante sensata en lo que medioambiente se refiere: el Cambio Climático es la gran amenaza de esta era para nuestra civilización . O esa es la imprensión que han querido dar varios de los grandes mandatarios internacionales en esta reunión en el resort suizo de Graubürden. En un encuentro que lleva celebrándose entre las élites del planeta desde finales del siglo XIX, se aporta por fín una novedad tan interesante como vital para nuestro futuro como planeta: la Tierra importa; ahora.   

Han pasado casi treinta años y un sinfín de blockbusters apocalípticos sobre el fín de nuestro mundo para que la capa de ozono empieze a recuperarse. Hace tres décadas que los científicos de medio mundo nos alertaban del boquete que estaban dejando en la atmósfera los llamados ‘Clorofluorocarbonos’. Un gas formado por átomos de cloro, flúor y carbono, que suele utillizarse en los aerosoles y otro tipo de gases frios. Ahora, un estudio de la NASA demuestra como esta capa protectora de la atmósfera terrestre ha recuperado hasta en un 20% su tamaño original. Y que de seguir así podría recuperar su forma original dentro de las próximas décadas. 

Hoy en día, son pocos los que todavía ignoran la existencia del mundo de las criptomonedas y de su poderoso padre, el Bitcoin. Lo que quizás mucha gente no sepa es que esta revolucionaria divisa digital está creando un gran problema ecológico. Hoy en día, la minería de criptomonedas crea más contaminación que 159 naciones del mundo(de manera separada). De momento, el impacto ecológico de esta nueva forma de dinero descentralizado es equivalente a la entera producción eléctrica de países como Marruecos o Yemen. La increible escalada de consumo de esta criptomoneda le ha llevado a alcanzar cuotas superiores a los 30.14 TWh. Con lo que cuesta hoy una transacción de BTC se podría iluminar una casa entera durante un mes. 

Okja (la transgresora cinta de Bong Joon-Ho) nos invita a apagar las luces y sumergirnos en un viaje a través de brumosos bosques coreanos, futuristas urbes asiáticas y coloridos laberintos corporativos. Lo hace, metiéndonos en un futuro que parece tan real como fantástico, donde los elementos de fantasía se alían con a realidad para hacer más fuerte el mensaje. Estamos abusando de los animales. Bong nos lanza una pregunta: ¿Nos pesan más como compañeros o como carne de frigo? La magia y la imaginación asiática se cuela entre los pistones de la eficiencia occidental.   La poesía llega a través de los ojos de la protagonista, Mija, (interpretada por Seo-Hyun Ahn). Durante sus idílica infancia, esta pequeña es la cuidadora de Okja: un ser a medio camino entre un cerdo gigante y un encantador personaje fantástico, que vive con ella y con su abuelo. En realidad, es un animal diseñado genéticamente por la surrealistamente oscura Mirando Corporation. Una multinacional cárnica d

Nadie protege el medio ambiente en las pantallas como Steven Segal. Su sangre cherokee arde con los ecocrímenes, y cuando empieza a arder es capaz de llevarse por delante hordas de malvados bandidos ambientales. Sus peliculas son malíssimas, sí, pero en Ondaterráquea nos encanta su estilo de proteger al planeta.

El director científico del Centro de Investigación Langley de la NASA advirtió este pasado jueves en una entrevista con la revista Motherboard que “todo el ecosistema está fallando”, debido a que “hay demasiada gente en el planeta”. Bushnell señaló como una de las principales causas de este colapso al “éxito que los humanos han tenido como animales” y advirtió que “con miles de millones de personas en Asia adoptando nuestro sistema de vida, vamos a necesitar tres planetas más”. El científico estadounidense asegura que la supervivencia del ser humano está ligada a la colonización de otros planetas. “Si la NASA opta por la ‘terraformación’ de Marte, el proceso durará 120 años, y estamos hablando de un solo planeta. Al cabo de poco tiempo necesitaríamos más” dijo Bushnell. Aún así, no es totalmente pesimista sobre la viabilidad medioambiental de nuestro planeta y asegura que podríamos mantener el ecosistema si se reduce el consumo y se desarrolla la agricultura en agua salada. 

De acuerdo con un estudio patrocinado por el centro Goddard de La NASA y publicado por el Diario Economía Ecológica , tan solo podríamos tener unas cuantas décadas antes de que nuestro tejido social se colapse. El estudio, escrito por el matématico Safa Motesharrei del National Socio-Enviromental Synthesis Center ayudado por un equipo de científicos y sociólogos, postula que la civilización moderna está condenada a una fractura dramática – sino se esfuerza en evitarlo –. Analizando los cinco factores de riesgo para el colapso de una sociedad – población,clima, agua, agricultura y energía – el estudio explica que la caída repentina de estructuras sociales complejas puede producirse cuando dos de estos factores de riesgo convergen de manera. El estudio de Motesharei dice que en todos los colapsos sociales de los últimos 5,000 años han estado provocados por "la escasez de recursos debido a la destrucción de su origen – el medioambiente – y también p