El paraíso amazónico también ‘cayó’ por el uso indebido de un árbol. En esta ocasión, la mano que mecía la cuna fue la misma que perforó el secreto. Y esta vez no fue una historia sexista, sino una masacre tremenda, derivada de la pura avaricia. Hablamos de la tragedia que rodeó la explotación del árbol gomero de la Amazonia durante el siglo XIX y principios del XX. Una masacre callada y olvidada por el mundo. La resina del Hevea Brasilensis (un árbol oriundo de los ríos amazónicos) se convertía, a partir de 1840, en parte de la llamarada industrializadora. Era la materia prima para fabricar ruedas de coche, pelotas, artículos impermeables. O incluso la suela de las botas. Pero tras su manufactura, se escondía una estructura genocida que avanzaba torturando y asesinando a los nativos, cuyas familias eran secuestras como garantía.
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