Llevados por la insaciable demanda de la emergente clase
media china, la industria del jade de Birmania está en pleno auge y
debería estar ayudando a la economía nacional, una de las más
pobres del mundo, a alcanzar cuotas de prosperidad nunca vistas. Pero
no es así: muchas de las ganancias que genera este prospero
comercio, acaban dilapidadas en los puestecillos de venta de heroína
que se arremolinan entorno a las minas en la zona norte del país, en
las montañas del estado de Kachin. En lo que parece un acuerdo entre
las élites militares del país y los comerciantes chinos para tener
mano de obra a bajo precio y reinvertir las ganancias de las minas en
lucrativos negocios.
Mineros birmanos desenterrando el 'oro' verde de las entrañas de la tierra.
''En cada casa, hay un adicto'', cuenta Gareng Bang
Aung, un consumidor local de heroína. Los occidentales tienen
prohibido entrar en las minas y en los poblados cercanos. El gobierno
birmano dice que son unas áreas cerradas a causa de las luchas
esporádicas entre las guerrillas que operan en esa zona, pero los
activistas pro derechos humanos sospechan que su propósito es
esconder el tinglado de tráfico de jade y heroína que hay en estos
asentamientos.
Durante décadas, no había mucha heroína corriendo por
el estado de Karachin. La aparición del tráfico de jade, lo cambió
todo, trayendo el mercado de las drogas a un miles de trabajadores de
la región quienes llegan a las minas, buscando escapar de la
pobreza.
Heroína, pobreza, piedras valiosas y comerciantes chinos: un cóctel mortal.
Ze Hkaung Lazum, de 27 años, cree que las minas son
una trampa mortal. La heroína, dice, se vende en puestecillos de
Bambú ''como los vegetales en un supermercado'' por precios que
oscilan entre los 4 y 8 dólares la dosis. Algunos mineros, como Bum
Hkrang de 24 años y convaleciente de su adicción, dice que
necesitan drogarse para soportar este estresante trabajo; otros
simplemente dicen que se engancharon por que la droga está muy
disponible y se acepta el jade como pago.
Activistas del estado de Kachin calculan que la mayoría
de jóvenes de la región son adictos a la heroína; en un dato que
amplia la Organización Mundial de la Salud, elevando hasta un 30
por ciento los infectados por Sida entre aquellos trabajadores que
toman la droga por vía intravenosa.
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