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Planeta a la brasa

Un mundo de fuego: eso es lo que nos ha dejado 2019. Mientras Estados Unidos desdeña los Acuerdos de París, el mundo se convierte en un vivero de llamas de difícil control. Este año ha ardido el Amazonas, Sibería, California, Indonesia, y ahora Australia. Estos incendios son doblemente peligrosos: por una parte emiten dióxido de carbono a la atmósfera y por otra parte acaban con los mismos árboles que lo absorben. Se han convertido en la primera catástrofe tangible que marca los efectos del Cambio Climático. El patrón anual y geográfico de las llamas se ha acentuado y ahora genera muy preocupantes donde se unen diversos factores de riesgo.



El Ártico, por ejemplo, se está calentando el doble de rápido que el resto del planeta. De momento, el año pasado se vieron un dramático incendio en los fuegos del Ártico; en  zonas cercanas como Rusia o Alaska que raramente se queman. No hay que olvidar los altamente destructivos incendios de California de apenas hace un año o la triple debacle en el Amazonas, el Congo o Indonesia. Ha sido un año de incendios del que ahora recogemos las cenizas. Las causas: aumento de la temperatura, sequedad del aire, aumento de los rayos y relámpagos, se combinan para crear un escenario perfecto para las llamas.

El año en que empezó a quemar
El último año de la década de los 10 será recordado como el primer año en que la Tierra empezó a quemarse. La creciente intensidad de fuegos descontrolados y su proliferación a todos los rincones del mundo apunta al Cambio Climático como causante principal. Los incendios en la Amazonia, California, Australia y el círculo polar Ártico representan bastante más fuego del que el planeta está acostumbrado. Y eso es a todas luces malo. Los escenarios, más o menos catastróficos que preveían los analistas, están empezando a materializarse.


         La erosión de los bosques del mundo durante este año es brutal y está por cuantificarse.

Las temperaturas más cálidas y secas van a continuar propagando el potencial para el fuego en el planeta, ha advertido el reputado climatólogo John Abatzoglou de la Universidad de Idaho. La mayoría de estos fuegos ocurren cada año. Pero la inusitada ferocidad de las llamas que estamos viendo durante estos meses, se debe sin duda al Cambio Climático. Los investigadores aseguran de que irán recrudeciéndose a medida que la temperatura del planeta sube por encima de ese 1.5º de los Acuerdos de París.

Los trópicos en peligro 
Los trópicos y las áreas boreales son un condensador natural donde se produce un gran intercambio de potencia (y energía eléctrica). Eso provoca que sean lugares con mucho más incidencia de rayos... Y si caen en lugares alejados, suelen significar una cosa: fuego. Si el incendio es cerca de un glaciar, un manglar u otro sumidero de carbono, la cosa se complica: se puede liberar muchísimo más Co2. El papel de las selvas es tan importante por eso: secuestran  un gran nivel de gases de efecto invernadero y lo sepultan.


            El consenso sobre la relación de los incendios y el Cambio Climático es ya casi total.

Una de las principales causas de los incendios son la quema de rastrojos para la creación de monocultivos de manera descontrolada. Esa fue una de las principales causas de los incendios en la Amazonía, Indonesia y el Congo. Política de tierra quemada. A esas prácticas de riesgos provocadas por la mano del hombre hay que añadirle propio paquete del Cambio Climático: aumento de las temperaturas, sequedad de la materia vegetal, corrientes de aire más cálidas y, sobre todo, sequías. 

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