Internet está on-fire desde que Greta Thunberg
anunciara hace unos días que registrará su nombre y el del movimiento #FridaysForFuture
como marca registradas para "evitar que mi nombre o el del grupo que
creé, se utilicen para fines comerciales". Según Thunberg, no habría más
interés en esta decisión que la de proteger a este colectivo. Pero, hay quien duda
de esta decisión y ve en esta acción en una estrategia para rentabilizar la crisis climática. ¿Estamos ante la nueva cara de una capitalismo verde?
No son pocos los que tienen la mosca detrás de la oreja y no acaban de creer los
argumentos de la joven ecologista. En Twitter, por ejemplo, muchos se preguntan si Greta no será, en realidad, la punta de lanza de un nuevo capitalismo. Esta vez verde. No gusta demasiado su amistad con Ingmar Rentzhog
del Think Thank We don't have time. Se trata de un magnate de las redes
sociales con conexiones políticas con tanto pedigree como Al Gore u políticos
de renombre. Hay quien ha querido ver en este movimiento la cuña que necesitan las grandes compañías para comenzar con un proceso de greenwashing a escala planetaria.
¿La
activista mejor pagada?
La
popular revista estadounidense People
With Money etiquetaba este año pasado a Greta como la
"activista mejor pagada del mundo". Thunberg cuyas protestas han
atraído millones de personas alrededor del mundo, también está levantando una
organización sin ánimo de lucro para manejar el lado financiero del movimiento "Viernes por el
Futuro", cómo derechos de autor, donaciones y premios. El objetivo
de la fundación será el de "promover acciones ecológicas e impulsar la
sostenibilidad social".
Greta ha supuesto una gran revolución para muchos jóvenes que se ven en ella.
Sin embargo, en su
aparición en la cumbre de Davos hace apenas unas semanas apelaba a los líderes
mundiales a no "abordar" el problema desde una perspectiva de
mercado, sino que también deberían tener mucho cuidado con la
capitalización de un movimiento que corre serio de riesgo de convertirse en
aquello contra lo que estaba luchando. Empresas como Chevron, Shell o Texaco ya están comenzando a mimetizar sus mensajes con los de estos jóvenes; a pesar de
que tienen serias cuentas pendientes por contaminación ambiental.
La estructura del poder está muy atenta
Decía
el filósofo francés Michel Focault que la “historia de las luchas de poder
sigue estando oculta. El saber no entra en ello: eso no debe saberse”. En una
cita que nos hace recordar que los escalones del poder tienen toda la intención
de canalizar el incipiente movimiento contra el Cambio Climático en su favor. Una prueba de ello es la gran cobertura
mediática que Greta ha cosechado casi desde el principio de su andadura; que le
permitió levitar de las calles de Estocolmo hasta su actual estrellato mediático.
Las conexiones de sus mecenas se entrocan con el vicepresidente estadounidense
Al Gore y varios círculos de poder muy influyentes.
El Green New Deal es el instrumento financiero que se propone para acabar con el CC.
En Brougth
to you by wall Street, la organización Corporate Watch se plantea si el
movimiento anti climático que hoy vemos en las calles se ha planteado a través
de las corporaciones actuales como una manera de mantener bajo control una situación
que tenía que darse. Curiosamente, una de las grandes empresariales del XIX, John
D. Rockefeller, utilizó una estrategia similar para adelantarse a los cambios
sociales que amenazaban su imperio petrolero. Lo que hacia, básicamente, era
financiar grupos sociales que, en apariencia, presionaban en contra de su compañía,
la Oil Standard, para controlar el resultado y proporcionar unas mejoras ‘controladas’
a sus empleados.
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