Imagina
que la Tierra se vuelve estéril y que la humanidad se encuentra
cerca de morir de hambre. Entonces, escuchas la voz estentórea de
Michael Caine, citando lo mejor del poeta
galés Dylan Thomas. ''No entres dócilmente en esa buena noche
[…] Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la
luz''.
Y de pronto, la galaxia se despliega; los agujeros negros
muestran sus secretos y la raza humana se juega sus supervivencia,
tanto contra los peligros de fuera, como contra ella misma.
Anne Hattaway, bastante profesional de astronauta en la Endurance.
Así
de intenso y colosal empieza lo nuevo de Christopher Nolan. Un película que consigue fusionar el grandilocuente y sideral marco
donde transcurre la historia con una trama muy emotiva, que en
ocasiones es un poco facilona y lacrimosa, pero que en definitiva
consigue meterte bien en el pellejo de una sociedad que está
condenada a desaparecer.
El
viejo Mathew McConaughey
interpreta a un piloto quemado y reconvertido en granjero, que encontrará, junto a su hija, el escondite de una misión secreta de
la NASA para aprovechar un agujero de gusano que ha sido puesto allí por una entidad desconocida y puede
guiar a la humanidad hasta nuevas tierras. A partir de allí, nos
encontramos con un gran film de aventuras, no tan centrado en la
metafísica como obras cumbres de la Ciencia Ficción cinematográfica
al estilo de 2001 Odisea en el espacio o Gravity,
sino más bien en el simbolismo cristiano y la recurrente chanza entre los
individuos versus la colectividad. Aunque, no deja de ser por ello una peli que te hará plantearte seriamente muchas cuestiones trascendentales.
Adelantamos
que los amantes del cosmos fliparán con algunas escenas, como la que
describe el interior de un agujero negro o los planetas
potencialmente habitables a los que se dirige la misión Lázaro.
En una cinta que el astrofísico, escritor y divulgador científico
Neil deGrasse Tyson ha descrito como ''una de las obras
cinematográficas más verídicas a nivel científico que se hayan hecho''. Y, no es para menos: las escenas astrales que reproduce la
cinta son verdaderamente sobrecogedoras y consiguen transmitir, de
manera heladora, la soledad del cosmos y el papel microscópico del ser humano en él .
Se ha
dicho sobre ella, que ''no está basada en pasados hechos reales,
pero si en posibles sucesos futuros'' y es muy interesante ver como
describe de manera bastante fidedigna los comportamientos que
podríamos tener ante tal debacle. Están los que no quieren creerse
lo que pasa y se siguen aferrando a lo que tienen; los que deciden
sacrificar a gran parte de la humanidad para que la especie siga
adelante cueste lo que cueste y los que intentan encontrar una manera
de salvarlo todo.
Es en la soledad más pétrea del espacio intergaláctico donde Nolan nos
propone que la fuerza más potente que puede guiar al ser humano, en su viaje a través de los confines de la evolución, es el afecto
que no tenemos los unos por los otros. En Interstellar,
verdaderamente, es una energía que consigue atravesar dimensiones.
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