Lo
llaman Qí, y es la base real
y milenaria en la que se inspira la mítica 'fuerza' de Star
Wars. Seguramente te
suene este concepto gracias a las intervenciones todopoderosas de
ancianos orientales que han llegado a dominar su poder a ritmo de
kung-fu. Con el patrocinio del axioma Kaizen del
budismo Zen (literalmente, ''cada instante mejor'') te presentamos un
decálogo de escuelas y prácticas en las que podrás profundizar
para aprender los asombrosos caminos de la energía interna.
No en vano, algunos de sus
secretos ya han sido entrevistos por aguerridos germanos capaces de no padecer el frío; chamanes mesoamericanos que se transmutan en animales bajo la luz de
la luna; taoístas que pueden manipular flujos de energía. O misteriosos yoguis
milenarios que reinan en la India cuando todos duermen. Con el siguiente
glosario, podrás dar con la primera pista de un serpenteante camino que
zigzaguea entre los eones de la existencia cósmica.
El nahual y su capacidad para transformarse en animales
Literalmente, ''lo que es mi vestidura o piel''. Es el vocablo de origen maya que recoge el códice Popol Vuh (el recurso historiográfico más completo que tenemos sobre la vida de los mayas) que se refiere a la habilidad de un 'iniciado' para transformarse en un animal. Según este texto y los relatos populares, los sacerdotes llamados nahua-li tenían la habilidad de transferir o mimetizar su consciencia con la de otros seres. Y obtener pleno dominio sobre “el cuerpo del otro''.
En las culturas mesoaméricanas se considera que la consciencia puede transferirse.
En las culturas mesoaméricanas se considera que la consciencia puede transferirse.
No es una práctica que se circunscriba sólo a los territorios que ocupaban las civilizaciones prehispánicas en Norteamérica. En los textos védicos de la India, y bajo el nombre de Vashitam aparece una técnica similar en el compendio de los 8 Siddhis (poderes) mayores. Según ambas disciplinas, se podría llegar a mimetizar la consciencia de un humano con la de un animal, gracias a la proyección de consciencia mediante la energía interna, comúnmente llamada viaje ‘astral’.
Aprende a proyectar la energía con los herederos de Lao-Tse
Nadie domina mejor los caminos de la energía
interna cómo los discípulos del milenario Lao-Tse. Gracias al desarrollo de
prácticas como el Tai Ji (guiado de
energía) o el Chi Kung (absorción de
energía) sus discípulos aprendieron a proyectar el Qí o la energía vital fuera de la frontera de la piel. Además, de a manejarlo a voluntad. Todo encerrado en un hermetismo a bocajarro del que sólo
nos ha llegado eco a través de prácticas como la acupuntura o las artes
marciales.
La base de este conocimiento se encuentra
encerrada en la meditación y en el hermético libro que escribió Lao-Tse antes
de desaparecer: el Tao Te Ching. El mejor lugar para encontrar este
conocimiento en su forma más pura y genuina es la cadena montañosa de Wudang
(en la provincia de china de Hubei). Una cadena de montañas nubladas desde
donde hace casi un milenio que se refugian los herederos del Lao-Tse para
escudriñar las profundidades del Tao.
Babaji, un yogui inmortal de marcha por
Benarés
A Babaji se le
considera como el más grande de los yoguis de la India. Dicho esto, hay que
matizar que la comunidad yóguica de dicho país, asegura que Babaji tiene 2.000
años y que adquirió la inmortalidad y la iluminación a muy temprana edad;
gracias al Kriya Yoga. Se le supone en un ashram secreto de los Himalayas donde
enseñaría que la vía al samadhi (fusión con la realidad primigenia) se adquiere
con la total supresión de todo pulso biológico del organismo.
La tradición, en la India, es que se debe dedicar la última etapa de la vida a la meditación.
La tradición, en la India, es que se debe dedicar la última etapa de la vida a la meditación.
A Babaji lo
sitúa Yogananda (mediático yogui del siglo XX d.n.e.) en las noches más oscura de
Benarés; saliendo del río cuando la niebla cubría toda la ciudad. Lejos de su
existencia o no, su interesante teoría afirma que para alcanzar el grado de
percepción directa de la realidad hay que desconectar progresivamente el
cuerpo; hasta que las pulsaciones cesan. Según la hipótesis de Babaji, en ese
momento, la actividad corporal se detiene, y se entra en un estado de
superconsciencia.
Iceman o cómo
aprender a controlar el calor interno
Se llama Wim Hof
y ha conseguido hacerse inmune al frío. Lo ha hecho, inspirándose en una
técnica de meditación tibetana llamada Tummo (literalmente, “calor
interno'') que transforma la energía vital en calor. Esa habilidad le ha
servido para correr una maratón en Finlandia descalzo, escalar sin zapatos el
monte Everest, subir a la cima del Klimanjaro. O conseguir el récord mundial de
contacto con el frío, tras permanecer pegado un bloque de hielo durante 1h y 12
min.
Wim Hof asegura que puede subir su temperatura interna a voluntad.
Wim Hof asegura que puede subir su temperatura interna a voluntad.
Hof ha
desarrollado estas habilidades mediante una técnica de meditación que le
permite focalizar su energía vital a voluntad y enviarla a las partes de
su cuerpo que necesitan ser
'calentadas'. Gracias a esta práctica, ha conseguido generar en su cuerpo un
escudo térmico que le hace casi inmune al frío. Lo que le ha permitido intentar
proezas a priori inalcanzables para el ser humano. ¿Su mayor logro? Nadar bajo el
hielo ártico el equivalente a casi una piscina.
La resistencia sobrehumana del faquir
El faquir era un
asceta musulmán de la rama sufí que recorría los caminos polvorientos de Oriente
medio y el sur de Asia, a la búsqueda del contacto con Dios vía el máximo
sufrimiento posible. Eran especialistas en llevar el cuerpo hasta límites y
privaciones más allá de toda medida. Utilizaban la meditación y el control de
la respiración para mitigar el dolor; entrar en trance y poder resistir sus
duras pruebas gracias a la gestión de la energía interna o Qí.
El faquir indio,Maganlal Jani, cuya leyenda dice que no ha ingerido alimentos desde los años 30.
El faquir indio,Maganlal Jani, cuya leyenda dice que no ha ingerido alimentos desde los años 30.
Algunos
prefieren realizarse a través de arduas prácticas, no carentes de belleza, como
sostener un grano de mostaza en los labios hasta que germine (tarda cuatro
días). O a través de ejercicios infrahumanos cómo atarse con pesadas e interminables
cadenas durante décadas o pasársela encima de una cama de clavos. Todo para
fortalecer su voluntad de conocer a ‘Dios’. Y que podían soportar gracias a su
conocimiento de las práctica de meditación y control del dolor.
Los yoguis voladores del Tíbet
Cuentan las leyendas del Tíbet que los yoguis más avanzados en el Camino del Diamante (vía Vajrayana) consiguen deshacerse de las leyes de la gravedad. Y volar por los Himalayas. Según los códices tántricos de esta escuela, un asceta avanzado puede moverse a través de la estructura primigenía de la realidad, y darnos la sensación de levitar o moverse libremente por el éter. Cuando, realmente, estaría utilizando su propia energía interna como sostén de su cuerpo físico.
Cuentan las leyendas del Tíbet que los yoguis más avanzados en el Camino del Diamante (vía Vajrayana) consiguen deshacerse de las leyes de la gravedad. Y volar por los Himalayas. Según los códices tántricos de esta escuela, un asceta avanzado puede moverse a través de la estructura primigenía de la realidad, y darnos la sensación de levitar o moverse libremente por el éter. Cuando, realmente, estaría utilizando su propia energía interna como sostén de su cuerpo físico.
Las leyendas a este respecto son numerosas, tanto en las
civilizaciones orientales y asiáticas. Desde, Jesús y su
'caminata' a través del mar negro, hasta los mitos de fáquires que
se movían en una alfombra voladora. Y, desde luego, sin olvidar a Milarepa (quien ,supuestamente, gustaba de hacer ejercicio en la cima de los picos
nevados). Hay una larga cadena de iniciados en el poder de la 'fuerza' que presuntamente habrían transcendido del peso de la carne para poder desplazarse por el firmamento.
La camisa de
hierro de Shaolin
Otra de las aplicaciones de la energía vital
es la de coraza protectora. Si se focaliza un gran volumen de energía interna
en un punto determinado, éste quedará fortalecido más allá de los parámetros
convencionales del ser humano. Un manejo eficiente de esta técnica puede crear
una defensa casi impenetrable, cómo la que ofrece la mítica 'camisa
de hierro', una técnica que utilizan los monjes Shaolin desde hace milenios para volverse
tan duros como el acero.
Un momento en el entrenamiento de dos monjes Shaolin.
Para encontrar estos ascetas con
chaqueta metálica y demoledores golpes, hay que ir hasta la provincia china de
Henan, en cuyas solitarias montañas se entrenan éstos monjes guerreros desde el
siglo V d.c. Y en cuyas brumosas montes, dice la leyenda, meditó el mítico
Boddhidharma durante nueve años hasta desarrollar las bases del kung-fu.
Allí, entre la soledad de sus acantilados, se entrenan los monjes guerreros de
Shaolin; mitad hombres, mitad algo más allá.
El poder del tercer ojo
En las creencias
espirítuales dhármicas (que creen en el dharma, y por tanto en la
reencarnación) el tercer ojo es el desarrollo, hasta su máximo potencial, del
centro energético que supuestamente se ubica en el entrecejo. Al activar este
punto de energía, que coincide en ubicación con la glándula pineal de nuestra
cabeza, se despertarían capacidad psíquicas latentes. Que estarían relacionadas
con su poder para ver ‘más allá’ de su
rendimiento medio.
Mural en una hermita del Rajastán indio donde se representa el 'tercer ojo'.
Símbolo para
advinos, yoguis, y buscadores de la percepción extrasensorial, el ajna chakra,
es la puerta mental hacia los reinos de lo oculto, ‘místico’ y/o lo
medianamente extrasensorial que pueda haber oculto en la mente humana. Su color
icónico: el púrpura. ¿Y su representación? Un gran ojo sin pestaña que
permanece siempre abierto para simbolizar su visión. Y que sería parte de las
últimas etapas en el desarrollo de un iniciado en la ‘fuerza’.
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