Dicen
los entendidos que, cuando la Chacruna te da su abrazo más íntimo, el mundo
convencional se deshilacha. Tras él, aparece otra realidad más antigua y
primigenia: el universo de la gran mente colectiva. Un océano donde podemos
navegar vívidamente con las alas de la Dimeltriptamina (DMT) que contiene esta
planta amazónica. Y que la convierten en una de las mejores opciones para
elaborar el brebaje de la Ayahuasca. Que puede contener casi tantas variantes como psicodélicos regalos contiene la selva.
Este
espigado arbusto de la familia del café es el actor silencioso tras el viaje
místico del brebaje conocido en quechua como “la
soga del espíritu al mundo de los muertos”. El recorrido centelleante por
el mundo del inconsciente, que lleva el nombre de uno de sus principales
actores, la Ayahuasca (Banisteriopsis caapi). Una liana selvática que actúa
como soporte y catalizador del gran glosarios psicodélico de la selva
amazónica.
La llave de los secretos de la selva
Los
chamanes de la Amazonia aseguran que sus ancestros consiguieron sus saberes
botánicos, buceando en la metarealidad que producen las visiones de Ayahuasca.
Ellos llaman a este brebaje milenario, no sin alguna risa, el “internet de la
selva”. O “la televisión de la jungla”. Un acceso a su mundo ancestral vía el
efecto de unos de los alucinógenos más potentes del planeta, el DMT. La llamada
“molécula de Dios”.
La
cultura amazónica relata la existencia de ‘otro mundo’ tras el visible. (Fuente).
¿Pero
hasta que punto este viaje psicodélico no es un recorrido por su imaginación e
inconsciente colectivo, en lugar de una fuente de conocimiento fresco? Los
sabios amazónicos arguyen que el brebaje ayahuasquero les permite utilizar
partes de su cerebro que normalmente
permanecen inactivas. La ciencia, por su parte, limita su papel a la de un
compuesto producido en la glándula pineal que decora nuestros sueños gracias a sus triptaminas.
El gran laboratorio verde
En
la inmensa botica farmacológica que es la selva amazónica existen más de
cuarenta tipos diferentes de lianas de Ayahuasca. Y no sólo eso: es un
auténtico laboratorio legítimo de alucinógenos. La Chacruna (Psychotria viridis) no es su única llamarada de DMT. Hay otras potentes y misteriosas
plantas como la Chaliponga. Una enredadera que suma al DMT otros alucinógenos
como el 5-MEO-DMT (presente en hongos alucinógenos). O la Bufotenina (el famoso
alucinógeno de la piel de sapo).
Cada Chamán tiene sus 'aliños' para el brebaje: hoja de coca, tabaco, cactus San Pedro...
La
leyenda dice que fue
un jaguar quien enseñó la sofisticada fórmula de la Ayahuasca. Un compuesto
farmacológico nada sencillo: las lianas de Ayahuasca purgan el cuerpo y aportan inhibidores
de la Monoaminoxidasa (IMAO). Unos anuladores naturales que bloquean una enzima
del cuerpo que ataca los venenos/drogas –haciendo posible el efecto del DMT
oralmente–. Aporta´fuerza’, también, pues anula los controles del cuerpo que
regulan los neurotransmisores como la dopamina o la adrenalina.
El mundo de los espíritus
El
efecto de la Ayahuasca es similar al de un sueño lúcido. Y como en un sueño, es
un puente entre el reino del inconsciente y el mundo del consciente. Una puerta
al backstage de nuestra psique. El lugar donde se almacenan, cual metadatos, millones
de experiencias de nuestra raza. Pero, también es un dardo farmacológico que
activa uno de los puntos energéticos más importantes según la filosofía
oriental. El llamado Ajna Chacra por la filosofía india y que está, teóricamente, en la glándula pineal de nuestro cerebro.
¿Llevará
el DMT al mundo de la imaginación u a otro mucho más lejano?
Muchos
estudiosos de los psicodélico, como Terence Mackenna, han reivindicado el papel
que podría tener la Ayahuasca como vehículo de conocimiento para encontrar
nuevas vías de desarrollo humanas. El famoso etnobotánico cree que con este medio podríamos llegar incluso a entablar comunicación con entidades no-humanas. Sería la herramienta básica de unos “detectives
de la psique” que se sumergirían en el océano
del inconsciente. Con el objetivo de investigar las zonas sumergidas que
esperan en nuestra mente a ser rescatadas.
El supermercado espiritual
Inciarse
en el camino de la Chacruna y de su compañera la Ayahuasca, no es ninguna
broma. La selva amazónica está repleta de pseudochamanes con tocado de plumas y
caucásicos con togas blancas que prometen experiencias “ultramundanas”. “Tanta
palabrería puede convencer al hombre común del tercer milenio, que desea
encontrarle algún sentido a esa tediosa vida de cemento, crisis económicas y microchips”, arguye el médico amazónico Arquímedes Vilchez. Para explicar por qué el Amazonas se está convirtiendo en un resort ayahuasquero.
La
maquinaria productiva contemporánea absorbe lo divergente y lo convierte en
producto.
Nuestra
maquinaria occidental tiene tanta tendencia a absorber cualquier experiencia
divergente e interesante, y convertirla en un producto masificado. Que el
brebaje de la Ayahuasca podría convertirse en un artículo empaquetado. Listo
para servir frio. Una moda llena de posturas copiadas y palabras vacías, que le
podrían costar la cordura a más de uno. Y que podrían hacernos perder el significado de una cultura
milenaria en un laberinto de neón.
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