En la
inclemente lucha por la supervivencia en los bosques fluviales de la Amazonia,
las estrategias de supervivencia desafían los límites del ingenio y las
barreras del color. Sin embargo, hay una del todo diferente. Una que llama a
las puertas de la drogofilía más intensa: la disoluta vida del perezoso entre
lianas. Un ejercicio de colocón intenso, que le proporcionará un camuflaje de
terciopelo en su suave viaje a través del cosmos selvático.
Este
animal no es un mono (sino un marsupial), pero suyo es el título de King Kong
de la droga en el mundo de los monos, con quien convive codo a codo. Se coloca
constantemente de una planta llamada Cetiko (Cecropia Membracea); un
alucinógeno que le permite dormir durante casi TODO el día. El colocón
selvático no le trae la muerte (como debería) gracias a su melena nivel dios de
Woodstock y las islas de liquen que han crecido en su manso pelaje. Que le
permiten colocarse y dormir, mientras pasa totalmente inadvertido.
Keep calm and survive easy
La selva es la guerra. Cada animal (por pequeño o grande que sea) cuida paranoicamente de sus pasos. En este círculo voraz, el perezoso permanece tumbado narcóticamente; hasta las ojeras de adicto tiene. Esa es su estrategia: comer hojas de Cetiko y dormir. Lo que resulta de un valor admirable, pues está rodeado de formidables depredadores como el jaguar, la anaconda, el águila o el ser humano. Que no dudarían en pasarlo a cuchillo.
Es innegable que su cara no es otra que la de quien está con un
buen ciego.
El
vertebrado es el más lento de los vertebrados superiores. Se mueve con el
estándar fumeta de Amsterdam (2km/h). Aunque, sólo lo hará una vez a la
semana, y será para defecar a a los pies de los árboles donde pernocta; con el
objetivo de abonar la tierra que sustenta sus hamacas gigantes.
Paradójicamente, es un buen jardinero. Y cuida de árboles necesarios para la
supervivencia de monos como el aullador, el araña o el cara roja.
La
pesadilla de la extinción
El perezoso
tiene unos hábitos drogófilos muy propios entre humanos, pero nada tiene que
ver con nuestros antepasados los simios. Es un marsupial. Aún así,
libran la misma batalla: la lucha contra la extinción. Está seriamente
amenazado de extinción; así como el 50% de las especies de monos del Perú. Su
estatus de animal amenazado lo revaloriza en el mercado negro y eso le
convierte en un gran blanco para todos los cazadores.
El muy carismático mono araña también está en el barranco de la
extinción.
Esa es la
tremenda situación con la que afrontan sus compañeros entre lianas, los monos.
La extinción está a la vuelta de la esquina. Cada año, 200.000 primates de Perú
son objeto de tráfico con fines de comercio, de mascotas; o simplemente de
carne. Dos de ellos, increíblemente carismáticos y coloridos, están a punto de
desaparecer. Se trata del Chorro de cola amarilla y el Tití emperador. Ambos
etiquetados en el libro rojo de la UICN como en “estado crítico de extinción”.
Las
ciudades de los simios
La más
carismática de las iniciativas para salvar al mono de la ‘ley del machete’ que
pesa sobre sus huesos se llama “La isla de los monos”. Este proyecto, con
nombre de peli aventurera de los 80, comprende toda una isla en el cauce del
río Amazonas; donde recogen a monos de la ‘calle’ (abandonados, malheridos, en
cautiverio…). En sus cuarenta hectáreas de selva ya viven más de 250 monos, que
un día cambiaron el peso de las cadenas por la libertad con restricciones que
supone vivir en una isla en medio de la selva.
La isla de los monos es un auténtico santuario para cientos de individuos.
Otro
proyecto vital para la conservación de los monos del Amazonas es “Ojos de
Agua”. Esta iniciativa gestiona un área de bosque alto donde intentan
recuperar la población de choros de cola amarilla. Un primate en peligro
crítico de extinción, que sólo se encuentra en la zona de selva alta de la
provincia amazónica de San Martín (Perú). Pese a sus esfuerzos, los cazadores
locales los ven como una amenaza, y han llegado, incluso, a quemar sus
instalaciones. La policía no se moviliza; los animales no cuentan
demasiado.
El grito
silencioso de la selva
Hay pocos
que escuchen los gritos que emite la selva por cada especie de mono que
desaparece. En el mercado de Belén, se pueden comprar por un precio que oscila
de los 3 a los 30 dólares. Cuando lleguen a la costa del país, habrán
multiplicado por 10 su precio; y se destinarán al mercado interno de mascotas o
a las requisas de la industria biomédica (experimentación). Muchos de ellos, no
sobrevivirán un viaje lleno de privaciones.
El mono huapo colorado está muy perseguido por su demandada carne.
A
pesar de que las poblaciones de perezosos y monos ya son marginales en la selva
del Amazonas, muchos locales siguen aferrados a sus costumbre de pasarlo a
machete. Extrañamente, no parecen querer asumir que, sin un periodo de
protección, son animales que desaparecerán de la faz de la Tierra para siempre.
Esa actitud les parece amanareda y apolillada; ellos han nacido para la caza
dicen. Aunque, en poco, nada quede para hacerlo.
Bonus
track: las caras del Amazonas
El mono ahullador es tremendamente expresivo (casi
más que un humano).
El huapo negro es, en carácter y apariencia,
como un viejo cascarrabias.
El mono pichico es revoltoso y travieso como un gremblin tras la
medianoche.
La isla tuvo que ser repoblada por entero de árboles frutales para
los monos.
Son animales increíblemente
solidarios y sociales.
Anímate y
ayuda a la isla de los monos (de verdad lo necesitan y es un buen proyecto). Aquí te dejamos el
enlace del apartado de donativos de su web (tienen Paypal).
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