Las
calles de Sana'a, la capital del Yemen, muestran las cicatrices de una
guerra silenciada. Un conflicto, que a la sombra de la guerra siria, nunca recibió la cobertura que merecía. Sin embargo, una
pequeña huella de esperanza se esonde entre sus paredes roídas,
molidas y devastadas por la guerra. Se trata de los murales y
graffitis de Murad Surabay. Éste artista, conocido como el 'Bansky
yemení', ha pintado más de 2.000 murales en la cuasi derruida capital
de este país musulmán, situado entre los confines de la península
arábiga y el mar rojo.
Su
primera oleada de pinturas urbanas nació como un grito silencioso, que pretendía
denunciar las atrocidades que se estaban cometiendo en la cuna de la biblíca reina de Saba; en un conflicto silenciado por las potencias
mundiales. Y olvidado por los grandes medios de comunicación. Con
apenas medios y transitando por el mausoleo de su antiguo mundo,
Surabay convocó una campaña a través de las redes sociales que permitió a los yemenitas exponer su opinión en un país donde la libertad de expresión es una quimera. Fue solo el principio: poco después, recorría el país dibujando los rostros de muchos de los desaparecidos en los 40 años de dictadura de Saleh.
Arte
en el infierno
La
obra de Subaray tiene más mérito aún si consideramos que lo suyo
es un ejercicio de arte dentro de las costuras mismas del averno. En
un país con un 35% de paro, donde el precio de la vida se ha
disparado; y donde 45 años de dictadura, han dado paso a una
multiguerra entre grupos tribales, Al Qaeda y potencias extranjeras,
éste artista callejero trabaja sin descanso. Cada mes se centra en
un tema. El control de armamento, el sectarismo religioso, la
corrupción o los ataques de drones forman el grueso de su obra.
Los ataques de drones estadounidenses en suelo yemení y sus devastadoras consecuencias son un tema recurrente en su obra.
Subaray
pinta las heridas de la guerra entre las cicatrices de la ciudad
yemení. Y no lo está haciendo solo. A
diferencia del enigmático dibujante británico, pinta a cara
descubierta y lo hace con la colaboración de todo aquel que quiera
ayudarle. Difunde la localización de sus obras a través de las
redes sociales. Es así como, en apenas 5 años ha conseguido
realizar varios miles de pinturas en ciudades tan significativas del
país como Aden, Taizz, Ebb o Hodeidah. Las autoridades yemenitas todavía no han actuado en su contra.
Las caras de los que se fueron
Las caras de los que se fueron
La agencia
humanitaria de las Naciones Unidas asegura que en la guerra civil de
Yemen han muerto 40.000 personas. Hay 3.000.000 de desplazados. Murad
ha intentado la difícil tarea de poner ojos y cara a esta tragedia
dibujando las caras de 102 desaparecidos en las calles de Sana'a.
Entre ellos hay ciudadanos comunes, periodistas, pintores,abogados,
jóvenes, mayores y niños. Unos pocos de los que se fueron, para
representar a los que ya no volverán. Y a los que quedan en el
infierno.
Subaray critica duramente el peso de la ingerencia extranjera en el país.
La guerra civil de Yemen es uno de los conflictos más complejos de Oriente Medio. Tras el derrocamiento popular de Abdalá Salé durante la primavera árabe (quien tuteló con mano dura la reunificación del país tras la caída del bloque soviético), comenzó una auténtica guerra de facciones que ha desangrado el país. Por un lado, los rebeldes de la étnia huti (que reciben apoyo de Irán) y que desafían el orden del actual gobierno. Sin olvidar, al actual presidente que recibe apoyo de una coalición de países árabes liderados por Arabía Saudí (plus EE.UU). Ni las facciones del ejercito fieles al antiguo dictador. Ni porsupuesto, a AL-Qaeda en la península arabiga, muy presente en las zonas tribales.
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