Mil ventanas para
atravesar la ''cidade del formigon''. Mil puertas escondidas en un
laberinto gigantesco de 12 millones personas que aúlla como un
gigante golem de hormigón en un país de playas tropicales, bosques
fluviales y desiertos repletos de minerales. Pero, la piel de Sao
Paulo no es sólo una bestia de la mezcla de arenas; un totem de
conglomerados. Es mucho más: de sus calles emergen las pinturas más
psicodélicas, los símbolos más iconoclastas. Los colores más
vivos. Todo una paleta de pinturas brasileña que parece atacar la
ciudad al grito de: “¡Muerte al gris hormigón!”.
Antaño punto de encuentro de los esclavistas de indios y de los buscadores de oro y de diamantes, la ciudad paulina se ha hiperdesarrollado en apenas dos siglos hasta convertirse en un unas de las ciudades más grandes del mundo, ¡con un área urbana que sobrepasa los 22 millones de almas! Sus largas avenidas y torres de residencias se expanden en el horizonte como una gigantesca isla de hormigón. Y sin embargo, es la capital mundial de la pintura callejera; con 1.500 km2 de muros marcados por el arte paulista.
Poetas anónimos en la macrometrópolis
Los murales de artistas internacionales como Pato, Dask2, Ninguem Dormé o los populares Os Gémes (los gemelos) se entrelazan en el entramado de la ciudad como portales a la ancestral cultura indígena o al subconsciente humano. Sus pinturas parecen envolverte mientras en un viaje enteogéno mientras el cuerpo permanece anclado al formigón paulista. Su caótica y desigual geografía la convierten en el marco perfecto para este movimiento masivo de arte urbano, que actúa como el recorrido secreto de una metaciudad de color e imaginación.
Son uno de los principales reclamos de la cultura brasilero-indígena.
El color de la cultura brasileña se revela ante el peso homogenizador de la macrourbe.
La ciudad de las mil caras
Probablemente el arte sea una de mejores y más sanas maneras de conectar con el inconsciente humano. De soltar todo ese lastre mental que campa en nuestras cavidades craneales como si fueran una zona de guerra en el Afghanistán Muyhaddin. Sao Paolo es la ciudad más grande de sur américa y una de las más grandes del mundo. Las desigualdades están servidas. Los muros de la ciudad no solo son un lienzo controvertido para el arte, son tragicómicos elementos de vallado urbano que separan pobres de ricos.
El arte urbano es un tirachinas que entra directo en el cerebelo del espectador.
La favela de Paraisópolis, pegada al elitista barrio de Morumbi.
La pintura es un boquete en los muros de la pobreza
Esta imagen icónica muestra la disparidad entre la favela de Paraisópolis (que cuenta con 70.000 personas) y el elitista barrio de Morumbi. Un alto muro de hormigón mal pertrechado es la frontera física entre la precariedad y una comodidad bastante lujosa. ¿Cómo no va a haber pobreza? Cuando en uno de los países con más desigualdades del mundo. En un mundo donde el 1% concentra más riquezas que el otro 99%. ¿Cómo no va a haber delincuencia?
Las siluetas en las torres de Sao Paulo persiguen al viandante.
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