Como
si de un Kinder sorpresa se tratase, el fondo del mar tenía un desconcertante
sorpresa que tirarnos a la cara: una bolsa de plástico (bien gorda y con pinta
de ser de supermercado). Eso fue lo que se encontró un grupo de investigadores
al llegar al fondo de las fosas marianas; un abismo marino de 10.898 metros de profundidad.
El punto más profundo de nuestro planeta al que un aventurero ruso, Victor
Vescovo, llegó hace poco… y descubrió lo que allí le esperaba: una fea bolsa
de poliuretano.
Durante
generaciones, el fondo de la Fosa de las Marianas ha sido un desafío para
escritores, científicos y aventureros. Esta depresión de 200 kilómetros de
largo y 69 de ancho, es el punto más profundo de la Tierra. Muchos, entre los
que se encuentra el director de Titanic (James Cameron), han sido los que han
intentado llegar hasta su fondo. Hasta el vórtice del abismo. Aunque, nadie
esperaba que al llegar allá, le esperase una fea bolsa de plástico. Sin duda,
una metáfora de nuestros errores.
Plasticucho en el punto más profundo del mar
Resulta
que, hasta en el punto más profundo de la Tierra, también hay extraños seres de
poliuretano errante, que vagan a sus anchas. La Fosa de las Marianas tiene
forma de Luna; una especie de cráter de 10.000 km2 donde reina una temperatura
y un vacío similar al del espacio. Sin embargo, quién nos hubiera dicho que
allá, en el fondo de todo el mundo conocido fuéramos a encontrar a uno de
nuestros peores enemigos: una muestra
de poliuretano, a.k.a plástico.
Durante años, el fondo de las fosas marianas fue objeto de especulaciones.. y de sueños.
Este
hallazgo nos hace darnos cuenta de hasta qué punto está nuestro planeta en riesgo
por la pandemia de plástico contra la que se ve inmerso. A día de hoy, los plásticos
están en todas partes en nuestra realidad: desde el estómago de animales marinos
hasta grandes islas-continente de PVC que se arremolinan a espaldas de las principales corrientes marinas. Y es que, cada año, se vierten 8 toneladas de
plásticos (de media) a los océanos. Y las diferentes corrientes terrestres los
llevan de tour por toda la geografía marítima de nuestro planeta.
El mar no es un container
Resulta
un poco paradójico que el mar, siendo la cuna de la vida y donde se crea la
mayor parte de nuestro oxígeno, cumplas las funciones de vertedero silencioso
para nuestra civilización. Las bolsas de plástico que encontró Victor Vescovo
en el fondo del mar, no son sino una metáfora de lo que hemos llegado a representar
como civilización. Desperdicio. Basura. Tanto es así, que diversos
microplásticos se han encontrado en todos los puntos cardinales del planeta,
incluso entre los peces de la Antártida.
Durante años, se pensó que nadie podría conquistar el fondo de este abismo azul.
El
hecho de que el poliuterano nuestro de cada día viaje hasta lo más profundo de
nuestro planeta, tiene un significado bastante negativo que apenas estamos
comenzando a comprender. Y es que, a diferencia de los humanos, el plástico
desciende con facilidad. Irónicamente, después de analizar algunas criaturas
que encontró en su viaje a las profundidades, Verosco concluyó que todas tenían
residuos de plásticos en su interior pese a encontrarse a casi 11.000 metros de
profundidad.
¿Es el plástico la pandemia 2.0?
El
COVID-19 ha llevado a una pandemia de plástico. A medida que el mundo produce
más mascarillas y guantes, aumenta el ritmo de nuestros desperdicios, creando
una espiral de residuos difícil de parar. Los esfuerzos por contener el virus han
producido una burbuja en el consumo de poliutereno, que ahora campa desafiante desde
las calles hasta al fondo del mar. Muchos países como UK o USA han eliminado susregulaciones anti plásticos, dando mano ancha bajo el lema de la pandemia.
Al final, resultó que el único monstruo de las profundidades era el plasticucho.
El
impacto físico del plástico es más que evidente. Solo hay que ver su cuasi
épico viaje alrededor de los mares del planeta, para darse cuenta del potencial
dañino que tiene el plástico. El mar de Filipinas, cercano a la fosa de las Marianas,
es uno de los que registra mayor número de contaminantes plásticos. Pero, el problema
no acaba allí: el plástico se transmuta. Se adapta a la vida. Cuando se descompone
es engullido por los animales marinos y se suma a la cadena alimenticia.
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