Cuando escuchas "Nestlé", puede que te venga a la mente una tableta de chocolate o tu pancito de la tarde. Pero la marca de la bianca paloma abarca más...Mucho más. Es la mayor compañía alimenticia del plantea. Sus negocios abarcan desde el agua embotellada hasta la meriendita del perro, e incluso la comida para niños que se consume en gran parte de los países menos favorecidos. Brasil, Indonesia o Congo son escenarios de su depredación corporativa. La multinacional más grande del globo se alimenta de la mano de obra de pequeños proveedores que frecuentemente utilizan un sesgo paramilitar en sus quehaceres.
Nestlé es la compañía alimentaria más grande del mundo, y la más rentable según la revista Fortune 500. También ha sido acusada de utilizar mano de obra infantil para cosechar cacao en centroáfrica, expoliar tierras indígenas en la Amazonia o acabar con santuarios de gorilas en Indonesia. La corporación sigue fallando en la regulación de sus proveedores pese a sus esfuerzos de los últimos años. Y es que verificar que se cumplen los requisitos en miles de pequeños proveedores es costoso y difícil de rastrear. Algo que, sin embargo, podría ayudar a salvar de la extinción a numerosas especies como los gorilas. Sale más a cuenta comprar la materia prima sin hacer demasiadas preguntas. Algo que difícilmente sale bien.
El lado oscuro de la paloma de Nestlé
La verdad es que la marca de la
paloma blanca tiene un lado oscuro que pasa frecuentemente
desapercibido. En diversos países de África central, llegó a promocionar
agresivamente su leche en polvo para la crianza de niños, haciendo
creer a las madres que sus hijos estarían mucho mejor nutridos (falso).
También contrataba indirectamente a niños para recolectar sus cosechas de cacao. En otros lares de América latina o Indonesia ha intervenido indirectamente en la expropiación de parcelas de selva para convertirlas en macrocultivos de soja o cacao.
Greenpeace eleva a Nestlé al dudoso pedestal de mayor refinador de palma del mundo. Y es que la demanda de este producto no ha hecho más que subir en los últimos años convirtiéndose en el principal procesador de palma del orbe. El auge de la palma se ha convertido en una catástrofe medioambiental que ha precipitado el colapso de zonas las zonas selváticas. Por espacio de los últimos 60 años, por ejemplo, Indonesia ha perdido área verde por el tamaño de 3 veces el Reino Unido. Su población de orangutanes, por otro lado, ha descendido dramáticamente hasta perder 100,000 individuos en los últimos 30 años.
Un entramado complejo que huele a rancio
Nestlé utiliza una infraestructura basada en proveedores nacionales para hacer frente a sus necesidades de producción. Por ejemplo, en Camboya ha sido acusada de invasión de tierras porque la empresa que le proveé, Mithr Poil, ha cometido abusos en contra de la población de la frontera entre Camboya y Tailandia. “Mi casa fue quemada. Yo fui arrestada sin razón, como consecuencia mi familia no tuvo nada para alimentarse y tuvimos que reciclar basura para sobrevivir. A día de hoy, no tengo ni tierra ni casa”, asegura un campesino camboyano parte de una protesta contra Nestlé en la antigua Indochina.
Vivimos en un mundo tan loco en que las chocolatinas acaban con especies enteras.
Los productos consumimos día a día tienen un impacto
severo en el desarrollo de especie que llevan millones de años en nuestro
planeta. Los orangutanes de Borneo, por ejemplo, son los claros protagonistas del efecto de los monocultivos de palma en los últimos bosques tropicales de Asia. Pero
el efecto devastador del negocio de la palma no acaba ahí: desde el Amazonas
hasta el de el Delta del Congo, las últimas selvas del planeta se encuentran en serio peligro de desaparición. Perderlas, significaría alterar el equilibrio climático del planeta todavía más. Algo que no nos favorecería demasiado.
- Hamburguesas con sabor a deforestación
-¿Comer carne para salvar al planeta?
- Un libro de la selva impreso en blockchain podría salvar al Amazonas
Comentarios
Publicar un comentario